TODO está preparado en Amsterdam. Después de diez años de reformas, el Rijksmuseum, uno de los museos europeos más emblemáticos con obras maestras de Rembrandt, Vermeer o Hals, reabrirá sus puertas el próximo día 13, tras la rehabilitación llevada a cabo por los arquitectos españoles Cruz y Ortiz. La inauguración estará presidida por la reina Beatriz de Holanda, en el que previsiblemente será el último acto oficial de su reinado.

Con la llegada hace unos días de la pintura Ronda de noche, de Rembrandt, se puso fin a una larga historia de restauraciones que han convertido al museo holandés en uno de los más modernos, pero recuperando el espíritu del proyecto original diseñado por Pierre Cuypers. Este ha sido uno de los objetivos del estudio español Cruz y Ortiz, que tomaron en sus manos una estructura del siglo XIX "dramáticamente alterada e irreconocible" para transformarla en una institución ambiciosa en la que han sido muy respetuosos con el proyecto original, recuperando partes importantes del mismo. Alrededor de 500 periodistas procedentes de todo el mundo visitaron hace unos días una de las partes estrella del proyecto: el nuevo atrio. En un diseño en el que la luz y el espacio han sido la hoja de ruta, los patios originales cubiertos se han convertido en una nueva entrada en la que es protagonista especial el candelabro, estructura metálica que cuelga de la claraboya tamizando la luz y ayudando al aislamiento acústico.

En esta catedral del arte holandés se exhiben a lo largo de 80 salas 8.000 objetos que narran 800 años de la historia de los Países Bajos, desde la Edad Media hasta Mondriaan. En un relato ordenado cronológicamente a lo largo de cuatro plantas, se presentan pinturas, estampas, dibujos, fotografías, objetos de plata, porcelana, cerámica, muebles, joyas, armas, ropas y otras piezas. El arquitecto parisino Jean-Michel Wilmotte ha sido el responsable del diseño interior de las salas, en el que destaca el juego de luces creado por las diferentes tonalidades de grises con las que han sido pintadas las paredes, así como con la iluminación, tanto la natural que entra por los lucernarios, como la artificial que proporciona modernas lámparas de hierro negro que cuelgan de los altos techos. Gris antracita ha sido el color elegido por Wilmotte para la galería de honor, la capilla más importante de esta catedral, la que muestra la emblemática pintura de Rembrandt, Ronda de noche, la única que ha conservado el lugar que ocupaba antes de la remodelación. Para llegar a esta gran obra, el visitante tiene que atravesar una serie de pequeñas capillas situadas en los laterales en las que se pueden contemplar algunas de las obras maestras del museo. La lechera o Mujer leyendo una carta, de Johannes Vermeer; El alegre bebedor, de Frans Hals; El alcalde de Delft con su hija, de Jan Steen, junto con otras pinturas de Rembrandt como La novia judía o Autorretrato de joven hacen de este espacio un punto neurálgico del Rijksmuseum al mostrar el Siglo de Oro holandés.

siglos XIX y XX En el amplísimo recorrido por el museo, en el que los nombres de los benefactores del mismo figuran en las cristaleras situada en dos de los espacios comunes, se exhiben piezas de la Edad Media y el Renacimiento, mostradas en el ambiente especial que crean las numerosas bóvedas de pequeña altura. Tras pasar por el siglo XVIII, caracterizado por el refinamiento y el buen gusto, el visitante accede al siglo XIX, con obras de Vincent van Gogh, George Breitner o Jan Willem Pieneman; en este espacio se muestran también obras de arte del periodo napoleónico, con la presencia de Francisco de Goya, autor del retrato de Ramón Satué. Novedad en el Rijksmuseum es el siglo XX. Pinturas, muebles, fotos, películas, un avión o un vestido de Yves Saint Laurent inspirado en Mondriaan dan una imagen del arte y la cultura de los Países Bajos en el siglo pasado. Y un pabellón completamente nuevo muestra la importante colección de arte asiático que posee el museo.

El próximo día 14 el público podrá disfrutar de este recorrido, poniendo fin así de una historia que comenzó en 2001, cuando Cruz y Ortiz ganaron un proyecto en el que se han invertido 375 millones de euros (480 millones de dólares).