MADRID. El hiperrealismo apela a la fascinación, al ilusionismo, al desconcierto entre lo vivo y lo pintado y su mágica confusión, es lo que atrae en las obras que se exhiben en la exposición que el Museo Thyssen Bornemisza dedica, a partir de este viernes y hasta el 9 de junio, a este movimiento. Parachoques, guardabarros, superficies metálicas relucientes, juguetes multicolores de hojalata, golosinas de todos los colores, botes de ketchup y saleros, copas, anuncios luminosos o panorámicas de las ciudades definen a la sociedad estadounidense de un época a través de unas pinturas que llaman la atención de defensores y críticos. Cuando al galerista y experto en arte Louis K. Meisel le preguntaron cómo llamaría a los pintores que se servían de cámaras y fotografías como base de su proceso pictórico respondió que fotorrealistas, y así se acuñó el termino hiperrealismoe. Foto: EFE