DA la impresión de que los programadores de A3 y T 5 se han vuelto locos al ofrecer un programa similar, estúpido y acuoso que muestra andanzas y sustos de un grupo de escogidos participantes del famoseo que se enfrentan al reto de saltar desde un trampolín a la cubeta a partir de alturas crecientes. Encuadrado en el subgénero de telerrealidad, la cadena de Carlotti lleva un par de semanas ocupando la franja de las noches de los lunes con semejante bodrio televisivo y éxito de audiencias, mientras que T5 arrancará su programa hoy. Sabido es que los muñidores de parrillas televisivas buscan novedad, impacto y más difícil cada día en pro de conquistar la audiencia en un ejercicio puro y duro de competencia, que en el presente caso roza los límites de la sinrazón y la pirueta programática. Splash, famosos al agua y Mira quién salta son dos muestras parejas de concepto, desarrollo y contenidos que roza el plagio, ya que son tan parejos los formatos del concurso que diríase copia uno de otro y puede terminar en asunto de tribunales sobre autoría y plagio. Explotar los miedos de los concursantes asomados al precipicio del trampolín, recrearse en la exhibición de esculturales cuerpos como el de Falete, crear una dinámica estúpida de pasito adelante, pasito detrás en un programa de prime time, descubre el atorrante comportamiento de miles de ciudadanos que se enganchan a este sumidero de televisión imbécil y desnortada. Arturo Valls y Jesús Vázquez tratan de animar, soportar y conducir un espacio basado en la insulsa presencia de muñecos en bañador que caen en la piscina como mazacotes humanos para hacer caja en cada aparición. El desfile de monigotes mediáticos es la gasolina que mueve estos motores narrativos de tele manejada por simples intereses económicos.
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