Vitoria. Hay ocasiones en que a un artista el cuerpo le pide algo más. En la que su intuición creativa le exige apostar por una búsqueda interna al margen de la vorágine que da de comer. En algunas ocasiones, la apuesta -sea de calidad o no- se resiste a cuajar, pero en otras conecta con el público. Es el caso de Mejorcita de lo mío, que llega al Jesús Ibáñez de Matauco para mostrar la entente entre la actriz e impulsora del proyecto Pilar Gómez y el director Fernando Soto.

A Pilar Gómez el cuerpo le pedía investigar, "buscar en lo que cuento", porque el trabajo interpretativo no sólo es una herramienta para trasladar "lo que nos apetece contar, sino para ver cómo lo contamos". Para ello, nada mejor que tomar como sustrato los diferentes estadios vitales de sí misma y elaborar desde ellos el discurso escénico, un proceso para el que trabajó codo con codo con Fernando Soto. "No es un psicodrama", bromea Pilar Gómez, "es mi experiencia personal hecha teatro".

Una experiencia que, "aunque tiene un punto de reflexión, está mirarada desde el humor", trazando sobre las tablas "una especie de recorrido por momentos de la vida que te dejan marca, que te van configurando cómo persona". Un recorrido que, como no podía ser menos, comienza en la niñez, "con el colegio de las monjas, con la voz de mi madre diciéndome qué es lo que hay que hacer", viajando hasta los más variopintos instantes de la vida, hasta el amor y el desamor, hasta sus pensamientos acerca del maltrato que se realiza a la tierra. Cosas que, en su mayoría, "le han pasado a todo el mundo" y que por ello empatizan rápidamente con la butaca desde el punto de vista personal a través del que Gómez y Soto, vía método de improvisación, construyeron la pieza. "Todo el mundo se siente identificado con algo, es muy difícil que no lo haga".

Un lenguaje directo y claro fue convirtiéndose en el vehículo de las ideas, que a su vez crearon la sencilla escenografía "en función de las necesidades que íbamos encontrando", una eleboración en la que Pilar destaca el trabajo de iluminación. El proceso, de alguna manera, recuerda al de un bailarín que busca probar sus dotes coreográficas, descubriendo su propio estilo narrativo. "De hecho, tiene más que ver por concepto con algo de danza, con un solo de danza que con un monólogo teatral", al estilo de a los que últimamente está acostumbrado el gran público.

Su trabajo como coach de jóvenes intérpretes y su vertiente interpretativa -en películas, series de televisión y teatro- se alternan desde con la continuada gira peninsular de este espectáculo. Pilar Gómez apenas esperaba unas pocas funciones para público cercano en Sevilla y Madrid, pero "para nosotros ha sido un pequeño bombazo, llevamos cinco años girando; lo tenía dentro y, aunque no sea una actriz conocida, popular, allá donde va funciona".

Le tocaba contar. Contarse. Y echar unas cuentas que no han podido ser mejores. "Había trabajado con compañías grandes, al servicio de lo que quería contar otros", recuerda. Ahora sigue haciéndolo, pero también ha abierto este nuevo camino, este "viaje". Porque el cuerpo le pedía algo más. Y ahora su propia experiencia personal le dice que está 'mejorcita de lo suyo'.