Una relación de peticiones en su mayoría inalcanzables, y por encima de todo arrabalescas por críticas e irreverentes, ha formulado el dramaturgo Fernando Arrabal en su Carta a los Reyes Magos (Rey Lear), una breve, amarga e irónica pieza inédita. "El primer pasaporte, coleccionable, que expida la República Nazional de Cataluña" y "el primer carné de socio, también coleccionable, del Sindicato de Salvapatrias Vascos", figuran entre las solicitudes que plasma Arrabal en su misiva junto a "un racimo de ojos de los señores que se ocultan tras el término mercados para disfrutarlos como Nerón". Los nacionalismos extremos, los excesos de la globalización, los fundamentalismos de tinte religioso y la dictadura de la economía y de la política también son objeto de este repertorio de críticas, dirigido a unos Magos de Oriente en quienes pronto perdió la confianza. El catálogo de imposibles incluye también "un frasco de tinte para el pelo de ese ministrillo español al que se le transparentan las ideas", además de "el peluquín de ese egregio miembro de la Real Academia Española que todos sabemos".
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