Vitoria. Está reconocida como una de las grandes voces internacionales, y aclamada en teatros de ópera y salas de concierto como el Carnegie Hall, el Metropolitan de Nueva York, la Scala de Milán o la Ópera de San Francisco. Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964), la diva de la lírica más antidiva, vuelve a Bilbao para ofrecer un interesante y comprometido recital, tanto por la calidad de los compositores como por el reto emocional y vocal que representa su interpretación. "Me hace mucha ilusión actuar en casa", confiesa.
¿Se siente más cómoda con los recitales que con la ópera?
Son una parte muy importante de mi carrera. A mi me gusta muchísimo interpretar ópera pero hace años que elegí combinarlos, hacer cuatro títulos de ópera al año y el resto, recitales. Fue una elección personal porque he visto que el recital me sirve de apoyo a mi carrera vocalmente. Ha sido siempre una vía de escape y algo muy saludable para mi voz. Además en junio voy a poder hacer también en el Arriaga la zarzuela El caserío, de Guridi, que era una asignatura pendiente.
Ha confesado que se encuentra en el mejor momento de su carrera...
Creo que es ahora cuando tengo las cosas más claras técnica y vocalmente; cuando subo al escenario lo paso bien. Hoy sé que piso fuerte al salir a escena. Y eso es importante.
¿Cómo es en el trabajo? ¿Una persona muy disciplinada?
En realidad, me considero apasionada, aunque es cierto, que una cosa te lleva a la otra. Me apasiona mi trabajo y aunque esté agotada y me proponga descansar todo el día, solo consigo hacerlo durante unas horas. A media tarde ya tengo que hacer algo. Reviento si no miro una partitura o no canto algo.
¿No se relaja con los años?
No, yo pensaba que me iba a relajar más, pero veo que cada vez me toca aprender más roles. De hecho, los próximos cinco años son un auténtico reto para mí, cada año tengo que afrontar un rol complicadísimo vocalmente. El otro día le comentaba a una amiga que esto no se va a acabar nunca, voy a seguir estudiando toda la vida. Pero, por otro lado, es muy gratificante porque te va retroalimentando musical, emocional y culturalmente. Es un gran privilegio.
Saber cuál va a ser la agenda de Ainhoa Arteta en los próximos cinco años o incluso en los próximos meses no resulta precisamente sencillo.
Sí, es cierto, tengo la agenda totalmente llena. De cara a 2013, voy a debutar en el rol Elisabetta de Valois de Don Carlo en la Ópera de Oviedo, voy a interpretar el rol de Donna Elvira de Don Giovanni en el Teatro Real y el de Alice Ford de Falstaff en la Ópera de San Francisco. Y todo esto, intercalando con numerosos recitales y conciertos.
Parece que la crisis no le afecta...
Es verdad que mi agenda está llena, pero la crisis afecta a todo el mundo. Los artistas hemos tenido que retomar y renegociar los contratos ya que los recortes han sido brutales. Hay que ser conscientes de la situación, que obviamente no se puede obviar. Si no, te quedas en casa o no haces nada para que esta profesión salga adelante. El incremento del 21% del IVA en el mundo de la cultura es brutal y lo que estamos haciendo los artistas y los teatros es intentar que el público lo sienta lo menos posible. Estamos realizando un gran esfuerzo, pero si es para que podamos salir de todo esto reforzados, merece la pena. En una situación como esta, hay que remar todos en la misma dirección para poder superarla cuanto antes.
¿Y las grabaciones? Cuando oye la palabra piratería, ¿qué le sugiere?
Este problema lleva años ya con nosotros. Yo sigo grabando, los proyectos siguen ahí, pero no sabemos a qué coste, ni cuándo se van a hacer. Después, ya veremos si lo podemos producir o no. Pero quizá es un momento para reconvertir la situación y utilizar el talento que tenemos en este país para seguir ofreciendo cosas de calidad.
Se aventuró con éxito en los terrenos del pop, el jazz y el rock con sus discos 'La vida' y 'Don't give up'. ¿Piensa repetir experiencia?
Tengo por ahí al productor Javier Limón proponiéndomelo. Puede que en Navidades o a principios de año nos volvamos a reunir para tratar un posible nuevo proyecto. Es un hombre de ideas geniales y ahora se le ha ocurrido un proyecto de música vasca, flamenco... Sí, posiblemente algo haremos.
¿Necesitaba nuevos aires?
En realidad, no. Fue producto de la casualidad. La discográfica llevaba cinco años detrás de que hiciera un disco así, pero me había negado porque no me sentía cómoda. Fue a raíz de la muerte de mi madre, que cantaba boleros y todo este tipo de canciones en casa, cuando me decidí. Fue como una catarsis, una especie de guiño, una ventana que se abrió, que me aportó cosas buenas. Pero no se me ha pasado por ningún momento abandonar la lírica, ni la ópera.
Siendo mitad guipuzcoana y mitad vizcaina y luego residente en varios países, especialmente en Nueva York, ¿tiene el corazón dividido a la hora de elegir un lugar?
Yo digo que soy del Athletic y de la Real.Tengo en casa muchos guipuzcoanos pero cuando juega el Athletic, no lo puedo remediar. Se me escapa el 'Aupa Athletic' y lo mismo cuando juega la Real. Un día me planté en la familia y les dije: "Lo siento mucho, pero yo soy de los dos y me reivindico como seguidora de los dos equipos".
Usted heredó la pasión por la música de sus padres. ¿Cree que sus hijos también lo harán?
Iker todavía es muy pequeño pero cuando me pongo a cantar, se sienta también al piano. Pero Sarah, la mayor, tiene verdaderamente facultades, aunque también vive las luces y las sombras de la profesión. Vive la parte glamourosa que ve todo el mundo y que esta profesión, obviamente, tiene. Pero, también, la parte más inhóspita, las ausencias de su madre, que le hacen que a la vez ame la música y también la odie. Con lo cual, no me meto, ni la presiono. Jamás les inculcaré o les obligaré a que se dediquen a algo que ellos no sientan al 100%. Solo puedes elegir esta profesión si sientes una gran pasión por ella. Si no, fracasarás.