La historia lleva ya un año coleando. Acostumbrados a tener incalculables beneficios publicitarios e indefinido prestigio gracias a que sus brillantes diseños son los más deseados entre celebrities de la talla de Matthew McConaughey, Scarlett Johansson o Madonna, ahora el dúo de diseñadores tiene ante sí un largo proceso. Un juicio que arrancará el 3 de diciembre y en el que ambos están acusados de defraudar a Hacienda por un delito de evasión de impuestos que asciende a más de un 416 millones de euros, entre los dos.

Los hechos se remontan a 2004, cuando ambas marcas ( Dolce & Gabbana y la ya desaparecida D&G) fueron adquiridas por el holding luxemburgués Gado SRL, presuntamente creado a tal fin y que acabó despertando las sospechas de las autoridades italianas. La Guardia di Finaza, una fuerza especial de policía dependiente del Ministro de Economía y de Finanzas, llevó el caso ante una corte menor de Milán que desestimó la denuncia. Sin embargo, en noviembre de 2011, el Tribunal Supremo italiano revocó su decisión y tras un año de espera, la vista ya cuenta con fecha definitiva.

La parte querellante mantiene que tanto Domenico como Stefano engañaron a las cuentas públicas evadiendo los impuestos de las ventas de sus compañías en Italia, tasándolos en Luxemburgo donde el índice es mucho menor. Así las cosas, los diseñadores fueron finalmente acusados de estafa e irregularidades fiscales por no pagar los impuestos. La sentencia máxima a la que podrían enfrentarse serían cinco años de prisión, pero teniendo en cuenta las características del caso, la condena podría llegar a alargarse hasta los siete. De momento, los abogados de Dolce & Gabbana no han querido declarar nada al respecto.

Razones no les faltan a los implicados para estar con la boca cerrada, ya que todo el mundo recuerda la metedura de pata de hace un año, cuando el propio Stefano Gabbana decidió mostrar su opinión en Twitter, haciendo estallar la bomba. Palabras que lo único que hicieron fue avivar un problema y crear una agria polémica 2.0 que hizo correr ríos de tinta.