Vitoria. Tal vez no habría que escarbar demasiado para encontrar tanto puntos en común como diferencias entre la Vitoria de comienzos del siglo XX y esta capital alavesa que está arrancando el XXI. Una y otra ayudan ahora a Montehermoso a afrontar el final del año a través de la exposición El pasado presente, muestra que convierte al antiguo Depósito de Aguas en una suerte de máquina del tiempo en la que encontrarse con el ayer a través del lenguaje contemporáneo para pensar en un futuro que, ahora mismo, parece no existir.

Esa ciudad de hace cien años se hace actualidad de la mano de Tomás Alfaro Fournier y Balbino Sobrado Cobas, dos vitorianos que no fueron profesionales de la fotografía pero de los que el Archivo Municipal de Gasteiz guarda unos interesantes fondos. Ambos autores, el primero con la vista puesta más en las clases altas de la sociedad alavesa y el segundo acercándose a la vida popular, relatan dos visiones bien diferentes de una época que en el tiempo se delimita entre 1909 y 1931.

En total se presentan 81 imágenes de los dos (no todas son en Vitoria ya que también hay instantáneas en otros lugares de Álava y también de fuera del territorio, como es el caso de un retrato de playa en Biarritz), una "buena representación" de lo que sus respectivas colecciones aportan al Archivo, según su responsable Almudena Martínez.

A partir de aquí, el pasado se convierte en presente y Vitoria cambia de siglo sirviéndose de la visión contemporánea de los foráneos Maider López (casualidades de la vida, la donostiarra expone ahora casi pegada al aparcamiento que hace unos años intervino mientras mostraba uno de sus trabajos en Artium), Virginia Villaplana y el colectivo PEC: puesto en construcción. Cada uno desde un postulado distinto (como Alfaro y Sobrado) aportan una producción distinta, convirtiendo a El pasado presente en una matrioska que esconde cuatro propuestas bajo un mismo nombre, con una misma excusa. Y todo ello hasta el 13 de enero de 2013.

Propuestas Alfaro y Sobrado son, al fin y al cabo, el motor de todo lo que se ha pretendido con esta producción. El primero, un nombre conocido y multifacético, aporta en este caso la pose de la clase alta de una ciudad pequeña y a la espera de los grandes cambios que viviría después. El segundo, un hombre para todo que ejerció incluso de taxista con una moto con sidecar, retrata la vida cotidiana, los deportes, el folklore, la industria...

A ellos dos, y lo que ofrecen a través de sus instantáneas, se acercan López, Villaplana y el grupo PEC, cada uno desde una vertiente distinta, pero todos ellos contando, para la elaboración de sus producciones, con la colaboración de agentes locales como la Asamblea de Mujeres de Álava, el Laboratorio de arte dramático Ortzai, la Sociedad Alavesa de Medios Audiovisuales (SAMA) o colectivos que trabajan en torno a la soberanía alimentaria y a modos alternativos de consumo más sostenibles.

En el caso del colectivo madrileño, que es el primero en encontrarse con el espectador al entrar en el Depósito de Aguas, PEC: puesto en construcción abre en Montehermoso una especie de sucursal de la labor que desarrolla desde el mercado de San Fernando, en Lavapiés, en torno a los mercados de abastos y todo lo que ellos implican: desde su paulatina desaparición en favor de las grandes superficies hasta los modelos de consumo y relación humana con los otros.

Tras ellos, el siguiente paso lo da Maider López, que decide entablar con Sobrado un juego que se salta el paso del calendario. De él toma una fotografía en la que se puede ver la calle San Prudencio desde la entrada por la calle Fueros. Es una escena cotidiana de 1930, en la que se ve a varios vitorianos de distintas edades pasear y realizar sus quehaceres diarios, un carruaje al fondo... Desde el mismo lugar, la creadora donostiarra, unos 80 años después, recrea al milímetro cada detalle de aquella instantánea para enfrentarlas ambas.

El recorrido lo completa Villaplana, que pone sus ojos de manera específica en la mujer. Tanto en las imágenes de Alfaro como de Sobrado, ella aparece de manera constante, pero en un rol que, aunque quede mucho por hacer todavía, parece incluso cómico en algunos casos si se mira con los ojos del hoy. La autora nacida en París se sirve de distintos elementos, sobre todo de carácter documental, para mirar a las mujeres que a lo largo de las últimas décadas han ido reivindicando y luchando desde Álava para que el pasado cambie.

De esta forma, la matrioska se completa en el antiguo Depósito de Aguas, que abre hoy, a partir de las 20.00 horas, sus puertas. Tras la inauguración, El pasado presente espera al público.