¿Cómo se inició en la música?
De pequeña mi ama me cantaba mucho y me gustaba muchísimo cantar. Empecé violín con 7 años, no conseguía un sonido bonito y el agudo tan cerca del oído me molestaba. Un día, desesperada, lo estampé contra la pared. Pero seguí interesándome, me encantaba tocar el txistu en la ikastola, me hacía gracia poder sacar melodías de un instrumento, me podía pasar horas tocando. A los 9 empecé a tocar el piano en Jesús Guridi y la cosa empezó a ponerse seria. Antes de darme cuenta estaba en Musikene estudiando dirección. Fue muy natural, pero nunca supe de verdad que me quería dedicar a la música a pesar de estar metiendo horas y horas. Estudiar música en serio requiere mucho sacrificio, pero también da muchas satisfacciones. He tenido momentos muy buenos y muy malos, porque no sabía si estaba siguiendo el camino correcto. Y siempre he tenido otras pasiones. Idiomas, cine, pintura... Incluso estudié un curso de traducción e interpretación que me encantó. Tras años de búsqueda, creo que he encontrado mi camino.
¿Por qué escogió derivar hacia dirección y composición?
En mi último curso en Gasteiz comencé a ver la dirección como posibilidad de adentrarme en un estudio profundo musical. Primero opté por la dirección. Los pianistas en el conservatorio casi nunca tocamos en orquesta, es una espinita que a muchos se nos queda clavada. Me pareció perfecto combinar la adrenalina de la interpretación con un estudio profundo de la partitura. La composición llegó más tarde. Había estudiado armonía, análisis, orquestación, composición, contrapunto... Cuando me ‘liberé’ del método estricto que requieren estas clases descubrí la necesidad de componer con libertad.
¿Cómo llegó el salto a UCLA?¿Le ofrecía posibilidades -el programa Film Scoring- que no encontraba?
Vine tras terminar la carrera. La situación económica allí está cada vez peor, hay pocas oportunidades para músicos que acaban de terminar y sin experiencia. Por otro lado, quería ver qué se cocía en Estados Unidos a nivel musical, quería mejorar el inglés y vivir alguna aventura. Al principio parecía una locura. Trabajé como au pair cuidando niños en Philadelphia y Los Angeles, y me costeé una clase de Film Scoring en UCLA. Flipé. Fue un flechazo. Enseguida me di cuenta de que era lo que quería. Gracias al esfuerzo económico de mis aitas, lo logré, si no habría sido imposible. El programa consiste en componer música para medios audiovisuales -cine, televisión, anuncios, videojuegos...-. Grabamos y dirigimos nuestras composiciones en estudios de Hollywood con músicos de la industria. La mayoría de profesores ha obtenido grandes premios, pero te hace sentir parte del mundillo. Hay un positivismo generalizado que no había visto antes en un espacio académico. Valoran muchísimo el esfuerzo de los estudiantes, a los que ven más como compañeros que como aprendices.
Thomas Newman o Danny Elfman le han dado clase, ¿cuáles son sus compositores de referencia?
Me siento privilegiada por haber podido aprender de los grandes. Parte del equipo de Danny Elfman vino a darnos una master class, fue increíble. Estuvimos analizando las partituras de Eduardo Manostijeras y Men in Black, hablamos del proceso de orquestación, y nos centramos en cómo aplicar la composición coral -a la que Elfman recurre mucho- en cine. Les enseñamos parte de nuestras composiciones... Aprendí muchísimo. Elfman nos habló de la comunicación con el director de cine, del funcionamiento del equipo de músicos en grandes producciones, nos dio consejos. La master class con Thomas Newman fue en el Sundance Composers Lab, donde también estuvo John Powell. También analizamos fragmentos de películas, y descubrí otras formas de abarcar el proceso de creación en medios audiovisuales. Cada maestrillo tiene su librillo, y es poco lo que pueda contar de estos monstruos, que dieron una lección de humildad y cercanía... Es difícil tener un solo compositor de cine de referencia. Bernard Herrmann, John Williams, Jerry Goldsmith, Elmer Bernstein, Alan Menken, Thomas Newman, Danny Elfman.... Más cercanos en geografía, Alexandre Desplat, Alberto Iglesias... Hay tantos. Y tantos no tan conocidos de los que se puede aprender... Se me olvidan muchos, pero, si tengo que elegir a uno, quizá Morricone. Y John Williams... Ya ves, qué indecisión. En dirección, admiro mucho a Gustavo Dudamel.
En Álava hay nombres como Inma Shara o Bingen Mendizabal. ¿Su aspiración es combinar dirección y composición o apuesta por una?
Tenemos suerte de contar con pioneros en Álava. Sirven de referencia para jóvenes que intentamos hacernos hueco. No me he planteado decantarme por dirección o composición, creo que se pueden combinar. Son opciones. Por ejemplo, hay compositores que prefieren escuchar bien todos los detalles desde la cabina de grabación con los técnicos. Yo, de momento, prefiero transmitir a los músicos directamente mis ideas, tener un trato más cercano. No es mejor ni peor, es una elección. La dirección en estudio es diferente. Tiempo es dinero. Músicos y director escuchamos un clik en los cascos que marca el tempo para ajustar música a imagen y ahorrar tiempo. El director se encarga de los fraseos, del balance entre músicos, de comunicarse con los técnicos o el compositor. No tiene que preocuparse tanto de aspectos rítmicos. Los instrumentistas están acostumbrados a trabajar así, leen a primera vista y a veces van solos. Disfruto mucho dirigiendo así. Mis composiciones o las de otros.
¿Cómo ha sido su trabajo en el cortometraje ‘Cold Hearted Prayer’?
En cuanto Michae Liu me envió el guión y el corto, no tuve duda en aceptar. Fue un reto. Dos antes que yo habían compuesto para el corto pero no cuajó. Es difícil meterse en la mente del director. Quizá yo lo habría hecho de otra forma, pero quise acercarme al máximo a su idea. Al principio surgen dudas de si habrás entendido todas las ‘rarezas’ que te pide, incluso cuando se lo envié dudé si habría sido capaz. Tuve suerte, le gustó muchísimo, la aprobó a la primera, y empezamos a hablar de la siguiente colaboración, un largo sobre bandas chinas y latinas en Los Angeles.
¿Qué estilos y artistas prefiere?
Me interesa lo que se haga con ilusión y profesionalidad, estoy abierta a todas las oportunidades, pero más interesada en dirigir orquestas de estudio. Me gustaría encontrar un joven cineasta con ganas e ilusión con el que trabajar y crecer juntos, al igual que Williams y Spielberg o Burton y Elfman. Hay que soñar a lo grande para poder encontrar pequeñas oportunidades.