LONDRES. Con 309,6 metros de altura, el Shard se erige en la orilla sur del río Támesis y ocupa la posición 59 en la lista de edificios más altos del mundo y el primero de la Unión Europea.
El tercer hijo de la reina Isabel II se deslizó desde el piso 87, justo debajo de la cima del edificio, hasta la planta número 20, en un descenso de 250 metros que duró media hora y cuyo objetivo era recaudar fondos para dos fundaciones, la Outward Bound Trust y la Royal Marines Charitable Trust Fund.
"No lo haré nunca más. Tengo que reconocer, que lo más difícil fue subir las escaleras", admitió el príncipe, de 52 años, que estuvo acompañado en esta hazaña por otras cuarenta personas, y recaudaron 290.000 libras (366.000 euros) para estas organizaciones vinculadas a los marines británicos.
Tanto el duque como sus acompañantes, entre los que figuraba Ffion Hague, la mujer del ministro de Asuntos Exteriores británico William Hague, fueron entrenados durante el verano por oficiales de la Marina, en la localidad escocesa de Arbroath.
"Dispones de un momento para darte cuenta de lo que estás haciendo y de lo que propones hacer. Lo más difícil es subir hasta la cima así que el entrenamiento con los marines me proporcionó la confianza para ascender hasta el pico sin demasiado miedo", explicó el príncipe tras finalizar el descenso.
El Shard, propiedad del Estado de Qatar, cuenta con un mirador y una terraza al aire libre que se abrirán al público el próximo mes de febrero.
El rascacielos, acristalado y con forma de pirámide, está formado por una estructura de acero cubierta por un total de 11.000 paneles de cristal, y contiene oficinas, viviendas y un hotel.