Vitoria. Pasado un julio que vino cargado de actividades paralelas como conciertos y seminarios sobre performance, a la espera de un septiembre en el que será sede total o parcial de citas como el Festival InTacto y Magialdia, y mientras apura en agosto los últimos días de las exposiciones abiertas a lo largo de los últimos meses a la espera de inaugurar en otoño una de sus grandes apuestas con motivo del décimo aniversario que tiene a la colección permanente como único objetivo, Artium da desde hoy un nuevo paso en su oferta estival en forma de ciclo de cine centrado en el mundo del absurdo.
Así, el museo ofrece desde esta tarde una selección de títulos clásicos dirigidos por artistas y humoristas de la posguerra como Antonio Lara o Edgar Neville, cuatro sesiones que se repartirán entre éste y el próximo fin de semana con las entradas a 2 euros (aunque hay un bono para todas ellas por 5), iniciándose cada proyección a las 20.00 horas.
Pero la programación no se quedará sólo ahí. El centro ha programado para la próxima semana tres sesiones de actividad para familias dentro del proyecto internacional de paz Kids' Guernica. Entre el miércoles y el viernes, los visitantes podrán participar en un juego de pistas con el cuadro de Picasso como excusa, para después poder tomar parte en la elaboración de un mural de las medidas de la obra original cuyo tema será la cultura de la paz. De hecho, Artium ya muestra en su exterior otras piezas similares realizadas en otros países, que giran por el mundo igual que hará el compuesto en Gasteiz.
De todas formas, lo más inmediato será la puesta en marcha del ciclo de cine comisariado por Mery Cuesta, una mirada a la posguerra española y cómo el humor vivió una época de gran actividad ante la coyuntura de crisis de la época.
Las proyecciones arrancarán esta tarde con la película La torre de los siete jorobados, de Edgar Neville (Madrid, 1899). El multifacético artista, según explica el museo, optó por reírse muy seriamente de lo convencional, de los estereotipos y falsedades sobre los que se asienta la sociedad burguesa, ametrallando su falta de imaginación, con las únicas herramientas del humor y la poesía: destellos vanguardistas entre un costumbrismo de raíz castiza, cierta propensión al absurdo y una infinita ternura terrorista. Este primer filme es una cult movie, pionera y pilar fundamental de la ciencia ficción del Estado. Incluye los pasajes de sueños y la incursión de fantasmas desde el más allá y una trama entre el disparate y el costumbrismo. Una cinta, al fin y al cabo, insólita.
El cartel preparado por el centro de arte contemporáneo continuará mañana con la proyección de la película de Rafael Gil (Madrid, 1913) ¡Viva lo imposible!. Esta cinta desarrolla un argumento bastante insólito en el cine de los años 50: cómo una familia decide hacer realidad el deseo de abandonarlo todo (el trabajo, el jefe, la oficina, las estrecheces económicas...) y dedicarse a la vida trashumante del circo. La producción, que se basa en un guión de Miguel Mihura y cuenta con la participación de Gila, es un canto a la libertad del individuo que plantea al espectador la posibilidad de rebelarse contra el sistema, de romper con todas las convenciones sociales.
Tras el descanso entre los días laborables, el próximo sábado 25 se retomará la programación con El Destino se disculpa de José Luis Sáenz de Heredia (Madrid, 1911), una comedia de apariciones y personajes alegóricos, basada en una novela del coruñés Wenceslao Fernández Flórez. El Destino, cansado de que la Humanidad le acuse siempre de todos sus males, expone al espectador un caso real en el que intervienen dos amigos, uno de ellos muerto, que irá apareciéndose y favoreciendo al vivo en diversas situaciones.
Para finalizar, el domingo 26 se podrá ver Habitación para tres de Antonio Lara Tono (Jaén, 1896). Se trata de una comedia de confusión dirigida por una de las firmas más carismáticas de La Codorniz y basada en la obra teatral Guillermo Hotel. Es un filme atiborrado de gags visuales y verbales, incongruencias y discordancias de sentido que condensan la especificidad del humor codornicesco, y en concreto de las llamadas tonerías. La producción dramática de Tono es especialmente interesante, según explica el museo, ya que en ella influyó de manera notable su pasado como caricaturista y su figura esta a la altura de contemporáneos como Jardiel Poncela y Miguel Mihura, entre otros.