Vitoria. "No es una errata", especifica Iñaki Larrimbe. Y el que conoce un poco sus páginas ya ha leído 25 anos del TMEO con ese doble y sublimianal sentido. Zuloa es el nuevo hospedaje de la siempre itinerante -y work in progress- exposición del TMEO, una muestra que reúne portadas, contraportadas, originales, álbumes, carteles, viñetas e incluso algunos de los esporádicos obsequios que se han repartido con números de este fanzine arevistado, de esta revista con espíritu de fanzine que celebra sus 25 años con un especial número 117 al borde de agotarse.

Se inaugura esta tarde -20.00 horas, mercadillo de 'precios redondos' incluido- y dura hasta el 10 de septiembre este totum revolutum perpetuamente actualizado, ideal "para que la gente que lo ha conocido tarde vea lo que hacíamos", opina Santi Orúe, uno de los más prolíficos autores de la publicación, donde conviven firmas habituales como la suya y nuevos autores "que se han ido incorporando; hay un relevo y tiene buena salud, creo que hemos demostrado que sirve como plataforma", apunta Larri, creador del TMEO y encargado también, en la actualidad, de su maquetación.

Un trabajo "altruista y militante" que ha abierto a muchos de sus guionistas y dibujantes las puertas de un oficio, y que ha premiado ese afán no pecuniario a todos los que ha podido con álbumes personales que acompañan esporádicamente la tirada bimensual. Muchos de esos álbumes están por el sótano de la librería de la calle Correría, al igual que dibujos de puño y trazo en los que el lector podrá comprobar la raíz de lo que luego lee y le despierta la risa. "Es una exposición, hay que poner algún original para ver si el autor dibuja a pincel, plumilla o lapicero", ironiza Orúe.

Un tendedero ejercerá de eje cronológico de ejemplares en el firmamento de marcos, remix de lo mejor -o parte de lo mejor- de un TMEO que sigue haciendo lo que mejor sabe, otro número. Un 118 que buscará poco a poco las bodas de oro y su consiguiente lluvia dorada. Y no, esto tampoco es una errata.