Santander. María Blanchard era vista como una igual por Diego Rivera y Juan Gris en el París de las vanguardias, pero sigue siendo la gran desconocida de aquel grupo de artistas revolucionarios. Una exposición en la sala de exposiciones de la Fundación Botín redescubre ahora en Santander su etapa cubista y en otoño una antológica recorrerá su obra en Madrid. María Blanchard. Cubista, coproducida por la Fundación Botín y el Museo Reina Sofía, reúne 53 obras realizadas entre 1913 y 1919, de las que una parte se exhibe por primera vez en España y algunas son inéditas.
Su comisaria es María José Salazar, conservadora del Reina Sofía y una de las más destacadas especialistas en la obra de esta artista santanderina, que nació a pocos metros de la sala donde se exhibirán sus cuadros cubistas y algunos de sus dibujos hasta el 16 de septiembre.
Según explicó ayer, reunir las obras que se muestran en esta exposición ha sido una tarea complicada, porque estaban muy dispersas, repartidas entre medio centenar de colecciones públicas y privadas de varios países. Las dos instituciones se han aliado para que Blanchard (Santander, 1881-París, 1932) sea conocida, valorada y apreciada y para que se comprenda que esta pintora -"una mujer en el mundo difícil de la vanguardia"-, fue una artista "única y realmente singular, con una personalidad muy propia", señaló Salazar.
La comisaria destacó que esta es la primera vez en que se muestra toda su etapa su cubista. Aunque en 1955 se organizó una exposición en París que se anunció con ese reclamo, en realidad incluyó obras figurativas.
Para el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la exposición es un acto de justicia que reivindica a una artista cuya obra es "fundamental" para entender la deriva de una "cierta vanguardia" e invita a reflexionar sobre el arte en un sentido histórico pero también actual. María Blanchard era de baja estatura, usaba gruesas gafas y nació con una deformidad que marcaría su vida y su obra. "Nunca habría sido igual si no hubiera tenido ese defecto físico", afirmó Salazar. Para Salazar, el de Blanchard es un cubismo propio, un cubismo de mujer en el que aflora la emoción y el sentimiento, aunque durante mucho tiempo se la haya considerado algo así como una imitadora que se encontraba entonces en París "pasando el tiempo". Con Diego Rivera y Juan Gris compartió amistad y estudio hasta el punto de que, a veces, tomaban como modelo los mismos motivos.