Vitoria. Dos, cocina y pista de baile, son los paisajes que une. Dos, la pareja, el perfecto tándem en que se mueve -y paladea-. Y, por si fuera poco, aún reducido en sus apoyos, el festival Gastroswing no divide por dos sino que multiplica. ¿Y cuándo? En la que será, claro está, su segunda edición, la que del 1 al 3 de junio -el 2, de nuevo, en medio- pondrá de nuevo a prueba las tablas de Gasteiz con su combinación de sabores didácticos y lúdicos, masticando calorías que poco después se quemarán a ritmo de lindy hop.

"El concepto del festival ha resultado simpático", reconoce Donca, el coordinador del evento, que a pesar de quedarse sin los más de mil euros que aportaba el Ayuntamiento "apuesta mucho más fuerte por traer gente importante; en vez de reducir presupuesto lo hemos incrementado". Y lo han hecho con la certeza de que el suelo donde pisan, donde bailan, es firme. "No va a ser un bluff económico en ningún caso", asegura. No valdría la pena conceder un solo baile del carnet en terreno de incertidumbre.

Alguna pequeña resta por pulir para calzar el programa, aunque parece que el palacio Europa y Villa Suso, junto a la sala Jimmy Jazz, volverán a ser -estos sí de mano municipal- los principales espacios. En lo que a aire libre concierne, toma el relevo del Casco Viejo el barrio de Zabalgana, con en bar Mainton como principal sede, asumiendo el restaurante Virgen Blanca y txokos aún por determinar el peso culinario. "Lo de las sociedades gastronómicas gustó muchísimo", recuerda Donca.

Y es que hay muchas formas de vivir el festival gasteiztarra. La mejor de ellas, claro está, combinando bocas y botas, pero no es esencial apuntarse a los cursos, provisto el festival de un pack donde las papilas gustativas son las principales bailarinas. "Hay gente que, por lo que sea, no quiere las clases; en Barcelona, por ejemplo, ya las ofrecen durante todo el año", afirma Donca. El Gastro Pack se centra en esta vertiente de degustación mientras que, al otro lado, el Swing Pack hace hincapié en la faceta más didáctica, en el apartado del baile. Y, claro, si se suman los dos, uno se encuentra con el Gastroswing Pack. Comer, beber, bailar...

Los que quieran sumergirse en este último aspecto, tratando de profundizar o simplemente comenzando a conocer los entresijos de "el padre de todos los bailes acrobáticos", tendrán diversas posibilidades, con unos maestros que aquilatan este año los galones de sus suelas. Tres parejas serán las encargadas de guiar el lindy por parejas. La primera de ellas es la formada por Claudia Joyal-Laplante y Davis Thurber, "una pareja puntera a nivel mundial y con un montón de galardones" que supone todo un lujo para el certamen, por primera vez de visita en la península. Además, repiten en Gastroswing Fabrice y Geraldinde, que dejaron el año pasado su impronta en Villa Suso, y cierran el terceto Pol y Sonia, para los que tampoco es la primera vez en la capital alavesa.

El festival se adapta a realidades detectadas en su primera edición. No toda la gente que toma parte en el apartado didáctico llega con pareja, y "se apuntan muchas más chicas que chicos". Ateniéndose a ello, Gastroswing propone su modalidad followers, en la que se potencia la mejora del estilo y los pasos individuales en cinco intensivas horas de clase específica. De este modo, el superavit femenino -¿por qué las chicas bailan más?; la vergüenza tendrá, seguro, mucho que decir- puede pulir su estilo y sus pasos de manera individual, aunque -rompiendo convenciones- también se dan poco a poco más casos de parejas del mismo sexo. "Hay chicas que hacen de líder, lo que no suele haber es chicos que hagan de followers".

No hace falta tener acento anglosajón para bailar. Los políglotas pies ejercitan el fresco idioma universal del movimiento. Pies como los de Ana Mínguez, que será la encargada de impartir este curso dedicado a followers con un amplio bagaje como huella. Pionera de los bailes swing en territorio vasco, la donostiarra ha enseñado en Gasteiz, Bilbao, Burdeos, París, Andorra o Barcelona, tanto en solo como en pareja, y se ha formado incluso con Frankie Manning, principal precursor del lindy hop en los años 20. Finaliza la oferta didáctica el curso de iniciación, porque para bailar también hay que dar el primer paso. Jesús y Alicia se encargarán de guiarlos en otro intensivo.

Comida, baile... Más plato y más zapato. Pero "el verdadero protagonista es el ambiente, la gente que viene y que se integra", apunta Donca, que también hace autocrítica sobre una primera edición en la que, sin embargo, "las encuestas de valoración fueron entusiastas". Porque la maratoniana propuesta de una de las jornadas demostró que es mejor dejar espacios libres para relajar las plantas de los pies y conseguir digestiones correctas. Más que cantidad -aunque siga habiéndola-, apuesta por la calidad. Mejor plato y mejor zapato.

Como los que acercaron hace unos días el festival hasta Barcelona, en una presentación realizada en una escuela de baile, en la que Donca ejerció de ayudante de cocina de Txus, del restaurante Virgen Blanca. "En esta escuela suelen hacer meriendas, así que les preparamos una degustación que fliparon para setenta personas".

Barcelona es la cuna del lindy en el Estado, pero fue Madrid la que aportó mayor afluencia de visitas en la pasada edición. En esta ya cuenta con medio centenar de inscritos. Números que avalan a dos meses vista- aunque "la mayor parte se apunta a última hora"- el interés que ha despertado el encuentro, que también ha visto como la asociación que lo impulsa, Swingvergüenzas, pasaba de 20 a 68 asociados en el último ejercicio.

Todos ellos trabajan para que las velas se desplieguen por todo lo alto en el mes de junio, y una buena parte de ellos lo hará también durante el propio festival, encaminando las actividades de un encuentro que cuenta con un competidor durante esas fechas, un festival que Londres dedica al género. Quizás algún británico prefiera incluso viajar para combinar tobillo y buche, porque "a la gente de Londres que vino el año pasado les gustó mucho".

Es difícil no coincidir con algo, porque estos festivales "dependen del clima y de las fechas libres en el calendario del swing". En el de Gasteiz, el viernes ejercerá de espontánea puesta de largo, y el sábado acogerá en la sala Jimmy Jazz la fiesta central del festival, con el grupo The Big Jamboree como reclamo. Rhythm&blues, jump&jive, jump blues y rock&roll de los años 50 alimentan un repertorio que cuenta con composiciones propias y arreglos de la banda, junto a versiones de temas de los años 40 y 50 de artistas como Louis Prima, Big Joe Turner, Louis Jordan, Roy Brown o Wynonie Harrys. "En definitiva, The Big Jamboree (la gran fiesta) es una formación de ocho músicos con una amplísima trayectoria musical y experiencia sobre los escenarios, que año a año va mejorando su sabor como el buen vino", afirma el grupo. Y los buenos vinos siempre acaban por Álava.

Jazzargia, Gauekoak... Son otros colaboradores de un festival que tratará de promocionar de nuevo la capital alavesa dentro de sus packs de actividades, y que busca posibles esponsorizaciones y apoyos mutuos con empresas y asociaciones de comerciantes. Porque, mientras se baila, el cuerpo y la mente se dedican exclusivamente al instante, pero, a la par, son un festín para las neuronas espejo del que mira. Al final, los bailarines acabarán cocinando y los cocineros bailando. Donca ya se maneja con grandes cantidades de carne a la plancha. Comer y bailar, todo es empezar...