Vitoria. Pedro Olea (Bilbao, 1938) lleva toda la vida con el gusanillo de la interpretación dentro. Primero quiso ser actor, pero pronto enterró esa idea para aferrarse a la de director. Antes pasó por la Facultad de Económicas, lo dejó en el cuarto curso, y ante el disgusto de sus padres se fue a Madrid, a la Escuela de Cine. Ayer, durante la presentación de su último trabajo, una tv movie sobre el general Mola para ETB y TVE, recordaba el pasado y el presente de su vida con el tono positivo y jovial que le acompaña siempre. Le gustaría hacer una película dando una vuelta de tuerca al mundo de los vampiros, pero ahora no es fácil.
Tiene entre manos dos obras de teatro, ¿puede hablar de ellas?
Aún no. Una es una oferta que me ha hecho una actriz amiga...
¿Concha Velasco?
No, no es Concha. La obra es una adaptación que estoy haciendo yo.
¡Vaya ajetreo! Una 'tv movie' y dos obras de teatro.
Había acabado con la obra El pisito, y estaba haciendo la adaptación cuando me llamó Elías Querejeta. Aparqué el teatro y acepté su oferta, me interesó mucho.
Es raro que usted no tuviera ningún proyecto de cine propio.
Claro que tengo proyectos propios de cine, pero son caros. Me gusta el cine de época, me gusta reconstruir ambientes; me lo paso bien con el género de época.
Sigue siendo un romántico del cine.
También, y un poco de la vida. Esos proyectos que tengo son caros y posiblemente no salgan nunca, así que decidí que el teatro me gustaba mucho. He estado tres años de gira con El pisito. Ya ves, me he vuelto muy teatrero.
Le llama Querejeta y lo deja todo.
Para mí esa llamada fue clave. Yo empecé a hacer cine con mi primera productora, Amboto, para sacar productos dignos, en la época en la que yo empezaba se hacían películas ye-yes. Hice El bosque del lobo, La casa sin fronteras... Elías Querejeta no me llamaba para producirme ninguna película. Entró en la parte financiera de El maestro de esgrima. Pero nunca me llamó, hasta el verano pasado. Me propuso la historia de Mola, cómo se gestó la Guerra Civil. Eso son palabras mayores, pensé yo. Es de época, pero es una época que nos ha tocado sufrir a todos.
Dicen de usted que es muy exigente y pijo para trabajar.
Pues sí, yo también lo digo. Soy exigente con los actores y soy muy pijo con la ambientación, me gustan las cosas bien hechas. En la mayoría de las series no se entiende a los actores; las chicas son monísimas y los chicos de gimnasio, pero no saben de dicción, de vocalizar... Por eso hago unos castings muy exigentes.
¿No le parece triste que la producción cinematográfica se esté concentrando en la televisión en vez de ir destinada a las salas?
Sí, pero afortunadamente. ¿Qué se hace si no? ¿Qué cine se hace?
Fundamentalmente para jóvenes.
Exacto, si la mayoría del público es juvenil es porque debe de ser el entretenimiento menos caro. Los americanos hacen cine para americanos jóvenes que son bastante descerebrados y los de aquí copian a los americanos. Es comida de gilipollas que yo no sabría hacer, ni me da la gana de hacer, que la hagan los jóvenes.
Se ha puesto de moda la ficción de terror con zombies y vampiros por todas las esquinas.
Mira, a mí me gustaría hacer una película de vampiros. Siempre me ha interesado el tema del terror. De niño iba a un baserri entre Ondarroa y Berriatua, allí tenía un primo impedido que nos contaba historias de terror, de crímenes y hachazos en los baserris...
¿Le gustaban esas historias?
Mis hermanos y yo estábamos acojonaditos allí. Todas esas historias quedaron dentro. Siempre he procurado en cine dar una versión del terror desde un punto de vista diferente.
¿Cómo es su punto de vista o vuelta de tuerca al terror?
Explicar cómo la realidad puede generar un mito de terror, esa muga que hay entre la realidad y la ficción. El bosque del lobo, ¿qué hay de verdad en lo que dicen las leyendas, las historias?
¿'Akelarre'?
Es la misma fórmula: ¿qué hay de verdad en esas mujeres que llamaban brujas? Si yo te llamo bruja te molestarías muchísimo...
Supongo que depende del tono o el contexto.
Ya veo que no, eres una mujer de hoy. Pero normalmente el término bruja es despectivo. Yo quería saber cómo eran de verdad esas mujeres tan condenadas por el cine, las leyendas, por Goya, por la literatura y el arte. Quería saber qué había de verdad. Akelarre fue una película muy estudiada, incluso me asesoró Caro Baroja, me documenté mucho y salió una película que era la defensa de las brujas.
Le falta la de vampiros.
He tenido entre manos una de vampiros pero no ha salido. Me gustaría dar la vuelta al género y tocar el aspecto humano y que eso dé paso a demostrar que la leyenda exagera, mitifica y se han inventado monstruitos.
Es de Bilbao y trabaja en Madrid, ¿se considera profeta en su tierra?
Creo que estoy bastante bien considerado, eso de ser profeta suena así como muy terrible...
No deja de ser un recurso de entrevista, un tópico o una simpleza.
Ya, ya, pero si me titulas eso de yo soy profeta en mi tierra, me hundes.
Le prometo que no voy a poner ese título.
Me siento muy bien tratado y lo noto mucho en esos homenajes que me hacen. Soy txikitero de honor, he encendido las luces de Navidad en Bilbao, soy hijo predilecto? Soy de Bilbao, vivo en Bilbao, mi domicilio está aquí, voto aquí? Fines de semana, navidades, Semana Santa y verano estoy aquí. Vivo aquí y trabajo en Madrid, no hay distancias.
Veo que le gustan los homenajes.
Claro que me gustan, por qué voy a decir que no. ¿Para qué haces cine? ¿Para qué te dedicas a un medio de comunicación? Para comunicar, y para que te quieran. Yo hago cine para que me quieran, así de claro.
Director con una frustración, ser actor.
Sí, yo estudiaba en los Maristas. Los premios de fin de curso se hacían en el cine Buenos Aires, ahora es Palacio de Justicia. En aquel cine, convertido en teatro para aquella ocasión, estaban los padres y los frailes. A nosotros, pobres niños, nos hacían hacer de actores...
Seguro que era de los primeros que se apuntaban.
Por supuesto. Con siete u ocho años recuerdo que hacía de La envidia, salía con un faldón y una flor, fíjate el trauma que tenía que me acuerdo hasta del texto, salía acojonadito. Detrás había un decorado pintado a mano que representaba a un jardín con una balaustrada...
Da la sensación de que la obra se basaba en los pecados capitales.
Algo de eso, no sé quién haría el papel de La lujuria...
En aquellos tiempos seguro que se lo saltaron.
Casi seguro que ocurrió eso. Recuerdo los versos: Oh, bella flor/cómo envidio tus colores... El jardín se movía y se oía la voz de un fraile que decía: Olea, más alto; Olea, más alto... Cuando salí de la obra me dije: "Qué coño, no quiero ser actor, quiero ser como el fraile".
¿Quería ser fraile?
No, eso no, cómo iba a querer ser fraile, lo que quería era dirigir, y a eso me dedico.
Le recuerdo que se matriculó en Económicas. De no haber cambiado el rumbo ahora estaría analizando la crisis.
¡Qué horror! Los economistas, que son todos mejores que yo, fíjate lo que están haciendo. Es terrible lo que esta ocurriendo. Si fuera un economista estaría contra todos. Es una barbaridad lo que hacen los bancos, que siga habiendo tanto dinero para el ejército, tanto dinero para la monarquía, tanto dinero para tantas cosas y me parece una vergüenza que se quite el dinero a la gente que más lo necesita.
Con sus planteamientos se acerca mucho a las tesis de 'los indignados'.
Pues tienen mucha razón. La pena de este movimiento es que no se organice mejor. Debía recomendar el voto, no hacer que la gente se quede en su casa. Les falta un punto para ser eficaz como movimiento ciudadano, pero tienen razón en casi todo.
Cuando hay crisis la cultura sufre rebajas y palos.
Es curioso, siempre empiezan por rebajar en temas culturales.
¿Quizá porque no se entiende como industria y parece una frivolidad prescindible?
No se entiende como industria y lo es, da trabajo a mucha gente. No sé qué va a pasar como sigan cerrando el grifo al cine, al teatro, a la creación... Me parece totalmente injusto en la sociedad que estamos viviendo. Creo que ni Zapatero ni Rajoy tienen la menor idea de por dónde se sale de esta crisis.