Oviedo. El presidente de la Fundación Loewe, opina que "el problema de la moda española es que no hay empresarios" capaces de desarrollar una industria fuerte y competitiva. Loewe hizo estas declaraciones el lunes, en Oviedo, antes de participar en el cuarto encuentro La cultura en el siglo XXI, que giró en torno al arte y la moda.

Argumenta que los diseñadores tienden a ser "hombres orquesta" que pretenden abarcar todos los aspectos del negocio, desde la parte creativa a la comercial. Esto suele desembocar en "fracasos", ya que no se percibe la moda como "un negocio". En cualquier caso, añadió, "se está produciendo un despertar hacia la realidad empresarial". Resaltó que desde hace años las cosas se están haciendo mejor en España gracias a una "mejora educacional" que ha generado "otro despertar hacia una realidad empresarial que es muy compleja". "Hay que entender que la moda no es una decisión que toman los dioses para bendecir a alguien, sino un negocio que hay que hacerlo competitivo en el mundo actual".

Loewe destacó el discurso de los responsables del nuevo Gobierno al decir que hay que apoyar a los sectores pero que la "cultura de la subvención tiene que acabarse". "La gente debe resolver y competir sin que venga papá Estado para resolverlo todo", reseñó Loewe, que afirmó que cuando España lo consiga se podrá contar con personas "más capaces y luchadoras, evitar corrupciones y construir una economía y una sociedad más sana.

En este foro también estuvo la diseñadora Purificación García, que subrayó la dificultad de conjugar la parte creativa y empresarial de la moda. "Es muy difícil encajar el matrimonio entre un industrial, que quiere resultados, con un diseñador, que en general tiene escasez de humildad y un ego muy subido", agregó al respecto. En su caso, explicó, ha logrado compaginar ambas cosas y comercializar su marca y, aunque admitió que sus primeros diseños estaban "más unidos al arte", dijo que mantiene "un 20 o un 30% de creatividad" y que, además, esto se puede compaginar con la creación de colecciones especiales. Añadió que parecía que los Ejecutivos españoles iban a hacer "grandes cosas por los jóvenes diseñadores y, en cambio, el país se encuentra en un momento de estancamiento", mientras que los franceses e italianos reciben "grandes ayudas a nivel estatal".

Loewe defendió la artesanía como introductora de "valores, sensaciones y emociones" ante "la vulgaridad ambiental y el caos existente" en la sociedad actual. Así, explicó que en el contexto actual los valores "se tambalean" y, ante esta situación, apostó por rescatar la artesanía y valorar "la autenticidad y las raíces". También vinculó esta vuelta a los orígenes con el auténtico lujo. Insistió en que este concepto -el del lujo- está en "profunda revisión" y que más allá de la definición tradicional, en la actualidad, esta idea es representada por "la voluntad de ser mejor, la búsqueda de la belleza, la pasión por la artesanía, la cultura y la calidad de los objetos cotidianos". Sobre estos últimos, defendió la unión entre funcionalidad y belleza, aunque admitió que "no compararía una obra de arte con un objeto cotidiano" como los productos de moda. "A un diseño de Loewe le pediría que sea un objeto-compañero y a una obra de arte respuestas para la vida", añadió. Sobre la relación entre moda y arte y las críticas al sector en el contexto de crisis, dijo que el público está "muy acostumbrado a ver cuánto vale y no cuánto es". Loewe rechazó la acepción que la Academia de la Lengua da a la palabra lujo ya que, a su juicio, la definición de "superfluo, inútil o absurdo" es "una etiqueta" que no le corresponde.