Nueva York. La veterana actriz de 62 años quiere que su interpretación de Margaret Thatcher sirva para que otras mujeres de su edad puedan protagonizar grandes papeles en lugar de caer en el olvido, como suele pasar en la Meca del Cine. "Se puede comprobar de un vistazo que hay más de 300 películas estrenadas este año y que muy pocas tienen mujeres de 62 años en su elenco protagonista. Eso no quiere decir que no haya historias que ellas puedan encarnar ni público que no estaría interesado en verlo", argumenta la actriz.
Pero su determinación no siempre fue tan firme, de hecho, ella misma recueda cómo cumplidos los 40, empezó a dudar de si podría continuar con su carrera en un Hollywood que sólo le ofrecía papeles mediocres o de bruja. Su marido, el escultor Don Gummer (padre de sus cuatro hijos y con el que se casó en 1978), le dio ánimo para continuar. Y, del mismo modo que leyendas como Katherine Hepburn o Bette Davies la citaron como una de sus favoritas, las más jóvenes, tipo Anne Hathaway o Emily Blunt, la nombran siempre como su modelo. ¿Quién de ellas no quiere ser como Meryl Streep?
Algo similar deben de pensar los Académicos de los Oscar, porque raro es el año que su nombre no aparece entre los candidatos. En esta ocasión, se espera que su interpretación de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher (con la que se mimetiza) le sirva para pronunciar ese discurso que se le resiste desde 1983, cuando agradeció el premio por La decisión de Sophie. Aquel fue su segundo Oscar. El primero lo alzó tres años antes por una divorciada en lucha contra su ex, Dustin Hoffman, en Kramer contra Kramer (1979). Desde entonces, 16 nominaciones, cuatro más que Katherine Hepburn y seis más que Bette Davies.
Reconocimientos logrados gracias a Linda (El Cazador 1978), Sarah (La mujer del teniente francés 1981), Karen Blixen (Memorias de África 1985), Francesca (Los puentes de Madison 1995) o la terrible Miranda de El diablo se viste de Prada (2006). Mujeres fuertes para esta gran dama que siempre tuvo claro que quería ser actriz, aunque, como buena perfeccionista, se tomó su preparación con calma. Una tipo de actriz en peligro de extinción.