Vitoria. Por segundo día consecutivo, la sala Amárica volverá a abrir sus puertas esta mañana para acoger una nueva cita de la cuarta edición de Inmersiones. El congreso de artistas impulsado por el Proyecto Amarika seguirá después su camino a través de diferentes iniciativas en las que artistas y público se mezclarán, como lo están haciendo este fin de semana, como ha pasado los tres años anteriores gracias a esta apuesta dirigida de manera especial a los creadores jóvenes y emergentes del País Vasco. El 17 de diciembre se pondrá el punto final festivo a una propuesta que en este 2011 viene marcada por dos novedades: una, la especialización temática que esta vez está guiando el programa ideado y que tiene al medio ambiente como punto de partida; dos, el futuro incierto de la idea tras la decisión de Diputación alavesa de romper su relación con la agrupación de autores locales.
La naturaleza como objeto a representar, pero también como lugar donde crear o que modificar, como impulso artístico, como metáfora... Lo verde, ahora que se acerca la fecha a partir de la cual Gasteiz será Green Capital, tiñe la propuesta coordinada esta vez por Iñaki Larrimbe y Cristina Arrázola, quienes, a su vez, han implicado a otras ocho personas de distintos ámbitos para proponer acciones de distinto tipo. Por ejemplo, la sala Amárica se está convirtiendo en guardería de plantas caseras que los ciudadanos pueden llevar. O el escenario para un taller sobre el reciclaje de elementos de exposiciones que por lo general se tiran a la basura. Y así otras ideas que han sido tomadas como semillas, es decir, unas están germinando y otras no saldrán de la tierra.
Ayer, ciudadanos y artistas (si es que hay alguna diferencia) se vieron las caras en Inmersiones para que los primeros conocieran los proyectos de los segundos, y para establecer entre todos un debate. Hoy se repetirá la mecánica. Siempre con la invitación hecha a todo el público que quiera asistir. Y en los tres años anteriores han sido decenas y decenas de personas y cientos de creadores y agentes culturales de distinto tipo.
Porque Inmersiones, más allá de lo que suceda a partir del próximo año (en este 2011 se iba a realizar sí o sí gracias al dinero el Ayuntamiento de Gasteiz y el Gobierno Vasco), deja detrás un camino que ha sido muy intenso. Más de 50 creadores acudieron a la primera llamada de finales de 2008 y eso que aunque con paso firme, las cosas se tuvieron que hacer en un tiempo récord. Las magníficas sensaciones que dejó aquel estreno fueron el mejor punto de arranque para la segunda entrega, la de 2009. El congreso quiso aprovechar esa segunda edición para, entre otras cosas, dar a conocer a los creadores participantes pero también el propio Proyecto Amarika. Por eso, tras el programa desarrollado en Vitoria, la propuesta inició una gira que llevó a sus impulsores por todo el Estado, manteniendo reuniones con asociaciones, centros de arte y museos que fueron más que fructíferas. Todo ello coordinado, además, por una persona que había tomado parte en la primera edición del encuentro, con lo que se daba una vuelta de tuerca más a la utilidad de la apuesta. Ya en 2010, la iniciativa decidió que después de salir al exterior era el momento de mirar hacia sí misma. Y esa fue la idea que recorrió un Inmersiones que volvió a ser punto de referencia para el arte joven y emergente de Euskal Herria.