Bilbao. Rafa Rueda acaba de publicar su cuarto disco, Enaren geometria, en el que toma como metáfora las migraciones de las golondrinas para hablar "del cambio constante" del ser humano aunque "manteniendo la identidad". El músico vizcaíno, exlíder del grupo Pilt, sigue fiel al pop-rock eléctrico de su carrera en solitario aunque con "un añadido más folk y acústico". Sse ha autoeditado este CD, que no venderá en las tiendas y sólo se puede adquirir en su página web y en los conciertos, al precio de 10 euros. Hoy actuará en Tolosa (Bonberenea) antes de pasar por Arrasate, Donostia, Larrabetzu, Durango, Bergara y Ondarru hasta fin de año. Su paso por Álava todavía no tiene fecha.

Un nido de golondrinas que tenía en su garaje, sobre su coche, está en la génesis del álbum. "Ahí surgió la idea de usar a las golondrinas para referirme al cambio constante. Reflexioné sobre si esas golondrinas serían las mismas cada año y surgió el paralelismo entre las aves migratorias y el ser humano", indicó Rueda ayer Rueda en la presentación de su trabajo. "Lo de la geometría surgió porque ese viaje de ida y vuelta hay que hacerlo en forma de elipse. Se trata de ir y volver, de ser la misma persona y, al mismo tiempo, diferente", apostilló.

Asentado en esa idea matriz, Rueda grabó su cuarto disco en los estudios Katarain, con una amplia nómina de músicos ya amigos, como Joseba Irazoki (guitarras), Arkaitz Miner (violín y mandolina) y Jaime Nieto (bajista), además de la colaboración vocal del escritor Edorta Jiménez en la canción Egun eder honetan. El disco incluye también el reencuentro con el también exPilt Xanpe, a la batería. "Ha sido una gozada volver a tocar con él, en el estudio y en los ensayos. Ya había estado musiqueando antes en algún proyecto previo. Me siento un privilegiado por contar con tantos buenos músicos y amigos", indicó el intérprete vizcaíno.

La sonoridad de Enaren geometria sigue fiel al pop-rock eléctrico, de raíz británica, de su carrera en solitario aunque, en esta ocasión, enriquecida con instrumentos diferentes como el violín, la mandolina, la corneta o el acordeón. "En sonido es continuista pero le he añadido un aire más folk y acústico. Sin perder la dirección, he intentado ampliar la gama de color sónico", explicó Rueda, que firma todas las canciones del disco, a excepción de un Inor bagina firmado por Hasier Rekondo.