Se admira la calma de la conductora y la arriesgada misión de los cámaras... Es un contrashow. En lugar de hinchar el espectáculo se trata de recobrar la normalidad. Receta inversa a lo televisivo, que omite el sentido común para disparatar el comportamiento y arrastrarlo hacia el entretenimiento más perverso. Es delicioso porque permite asomarse al mundo de los niños no desde la delicadeza de los programas infantiles, sino desde el asombro ante la realidad".
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