Vitoria. ¿Qué es el arte sino una succión de emociones que el espectador descongela con sus sentidos? Desde su primer plano, eso es al menos lo que intentó con Ori la productora alavesa Kinoskopik, "plasmar un lugar concreto en un momento muy concreto", explica Imanol Gómez de Segura, responsable de posproducción y montaje. "Nos gusta el retrato humano, de personas, de costumbres".
Lo de la congelación lo llevaron a la literalidad más absoluta durante el rodaje de esta cinta, un documental que mutó en ficción por la levadura de la coyuntura, un trabajo que, rodado en 2008, alcanza ahora el inesperado reto de la pantalla grande. "Lo que verdaderamente es extremo es conseguir un sitio para distribuirlo", explica, recordando a la par "la semana y pico que pasamos en las montañas del Cáucaso, a 3.000 metros, cuando se congelaban los cristales de la furgo y nos hacía efecto nevera".
Pero mucho se tuvo que pasar para llegar a tiritar en la frontera de Europa y Asia. Y no fue más agradable. Después de Días del abanico, un documental sin guión rodado "en la cordillera preandina -donde no pasa nada y los días se mezclan casi por inercia-, teníamos ganas de hacer lo mismo". Es decir, de buscar lo remoto y convertirlo en cercano. De congelar realidad.
Con esa "mosca detrás de la oreja" comenzó el brainstorm, y el rincón del mapamundi escogido fueron las repúblicas exsoviéticas -"países sin nación, naciones sin estado..."-, pobladas por náufragos territoriales. Sobre la mesa, Moldavia, Abjasia, Osetia... "y justo cuando hacíamos el dossier estalló la guerra entre Rusia y Georgia", recuerda Imanol. "Nos lo han puesto en bandeja, pensamos". Pero la bandeja no resultó de plata.
Comenzó, a la par que el empuje de la voluntad, el obstáculo de la burocracia rusa, que anuló viajes, itineró pasaportes y, en definitiva, se guardó todas las facilidades en un cajón. No ocurrió lo mismo desde el otro polo del conflicto, desde un consulado georgiano que sí abrió barreras a un equipo que, con poco dinero -había encontrado apenas el apoyo de la productora de Javier Bardem-, decidió mandar primero al director Miguel Ángel Jiménez y a su guionista de confianza, Luis Moya.
Con preproducción de urgencia, el resto salió en furgoneta mientras el tándem Moya/Jiménez tomaba ya los primeros testimonios en la zona. Pero, una semana después, la guerra llegó a su ocaso. "La gente no quiere hablar, está quemada", les comentaban a pie de conflicto los dos desplazados. Las grandes cadenas ya habían libado toda la información de consumo rápido y quedaban sólo restos, "así que decidimos ficcionar un poco". Conocer a la gente, entrar a fondo en la tierra y las personas. Proponer un ejercicio de antropología de urgencia, por así decirlo, "y recuerdo que cuando atravesábamos Grecia nos mandaron el guión". Luis Moya se había ganado el sueldo, partiendo de ese contacto con las personas.
Guionista y director comienzan los castings, y las estrellas se alinean para que una productora georgiana, Cinetech, entre en el proyecto aportando material de trabajo -travellings, iluminación...-, todo un work in progress que cuajó finalmente en el segundo audiovisual de Kinoskopik Film Produktion.
Ori fue presentada en el Zinemaldi de 2009, compitiendo por el premio Nuevos Directores dentro de la sección Zabaltegi. Posteriormente recorrió diversos festivales estatales e internacionales, y resultó galardonada con el Premio a la Mejor Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine Mediterráneo de Tetouan (Marruecos) y con el Primer Premio en el Festival de la Plataforma de Nuevos Realizadores de Madrid.
Y, como todo surgió a fogonazos, tras varios intentos, cuando ni la misma productora lo esperaba, la cinta ha conseguido finalmente su último milagro, estrenarse en salas gracias al productor Koldo Zuazúa (La pelota vasca, Caótica Ana) y la distribuidora Malvalanda, que "está abriendo un camino a pequeñas películas de bajo presupuesto", explica Imanol. Madrid, Barcelona y Granada disfrutan ya de las historias paralelas de Nino y Tazo en la posguerra georgiana, y, dentro de una semana, lo harán las pantallas vascas. La primera será la de los cines Guridi, el próximo jueves a las 20.00 horas, en un estreno que contará con la presencia del director Miguel Angel Jiménez. Al término de la proyección, tendrá lugar un aperitivo en el Man in the Moon, alrededor de las 22.00 horas.
Ori vive una extraña nueva juventud, un peculiar flashback, mientras los responsables de Kinoskopik preparan ya otros proyectos. Algo así como cuando John Lennon dijo aquello de "la vida es algo que pasa mientras estás haciendo otras cosas". Una de las que está haciendo la productora alavesa es Chaika. Si Ori leería en un supuesto subtítulo "los días georgianos después de una guerra", la ambiciosa cinta rodada en Kazajistán podría bautizarse como "una gran huida", entre la road movie y el western.
Hace casi un año, en noviembre de 2010, el proyecto se impuso a otros 27 en Roma, alcanzando el premio Eurimages a la mejor coproducción internacional, el Oscar del género al mejor proyecto cinematográfico, llamando la atención de múltiples productoras extranjeras. Chaika se impuso a firmas tan prestigiosas como la Zentropa del danés Lars Von Trier, la del realizador uruguayo Álvaro Brechner o la de la actriz y directora norteamericana Jodie Foster, alzándose con el galardón de 30.000 euros y, más importante si cabe, cautivando al espectro cinematográfico.
Lo hizo con un trabajo que apunta, de nuevo, al vacío territorial entre Europa y Asia y que cuenta la historia de Ahysa, una joven que se mueve entre la supervivencia y el sufrimiento. Todo partió precisamente en 2008 con el rodaje de Ori, tras la que Chaika llevó al equipo alavés a la pequeña Siberia georgiana, Orlovka. A Poti, a orillas del Mar Negro. Al cosmódromo de Baikonur. A los cementerios de chatarra espacial de la estepa kazaja...
También queda en la recámara -cambio de registro- un thriller ambientado en el Bilbao de los 80. O un spin off -vuelta al registro- de Días del abanico, siguiendo la vida de uno de sus protagonistas a lo largo del tiempo. Un tiempo que Kinoskopik congela cada vez con más pulso. Y que sirve a pedir de pupila. Un tiempo que ahora es de estreno. Porque es la hora de Ori.