Los Ángeles. El director de logística de Michael Jackson, Alberto Álvarez, describió ayer la dramática escena que vivió en la habitación del cantante en sus últimos momentos, cuando la hija del músico, Paris, gritaba llorosa y el médico recogía restos de fármacos. Álvarez, primer testigo en declarar en el juicio, fue una de las primeras personas que llegó al dormitorio cuando el doctor Murray, acusado de homicidio involuntario, alertó de que Jackson había tenido una "mala reacción". El testigo explicó que vio a Jackson en la cama boca arriba con la cabeza mirando hacia la puerta, los ojos y la boca abierta. Aseguró que Murray comenzó a hacer compresiones sobre el pecho de Jackson mientras éste seguía sobre el colchón, instante en el que le apremió a buscar ayuda. Una vez se llamó a los servicios de urgencia, Murray agarró unos frascos de una mesilla de noche junto a la cama. "Pon esto en una bolsa", le dijo a Álvarez, según el testigo. Álvarez señaló que Murray metió los recipientes en la bolsa y le requirió que a continuación quitara una bolsa que colgaba de un gotero que había en la estancia y la pusiera en otra bolsa. Siguió las instrucciones, entendiendo que respondían a una "emergencia" y tenían "las mejores intenciones". El empleado de Jackson observó que dentro de la bolsa del gotero había un frasco que fue identificado en la Corte ayer como un bote de propofol, anestésico que la autopsia determinó como la causa de la muerte del Rey del pop.
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