venecia. La competición de Venecia se instaló ayer en un terreno más personal y minoritario con las dos películas proyectadas. En la soledad e incomprensión de Alpis, del griego Yorgos Lathimos, y en la fábula y la magia de Poulet aux prunes, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud.

Dureza e incomprensión en la búsqueda de una salida a la soledad en la cinta de Lathimos, una película compleja y por momentos incomprensible que podría dar en la diana de los premios de Venecia frente a la dulzura y la nostalgia que destila el trabajo de Satrapi y Paronnau, cuya belleza formal también podría conseguir algo en esta 68ª edición de la Mostra.

Tras el éxito de Persépolis en 2007, con nominación al Óscar incluida, Marjane Satrapi, junto a Vincent Paronnaud, vuelve a adaptar al cine otra de sus novelas gráficas, en este caso Poulet aux prunes (Pollo con ciruelas), que cuenta la historia del romántico hermano de su abuelo, un personaje que ya aparecía en su filme anterior.

Con una estética preciosista y totalmente deudora del dibujo, Satrapi y Paronnaud construyen una historia ambientada en los años cincuenta en Teherán y que han tratado de que sea muy universal. Así lo explicó Satrapi en la rueda de prensa de presentación en Venecia de una película en la que han utilizado la abstracción del dibujo para darle esa universalidad que buscaban. A lo que se ha unido su deseo de rendir un homenaje al cine de los años cincuenta, a los grandes dramas hollywoodienses.

Tras la historia de una joven iraní durante la revolución islámica de Persépolis, Satrapi ha llevado al cine un proyecto a medio camino entre el cuento y la fábula sobre un amor imposible. Junto a Amalric, en Poulet aux prunes aparecen Golshifteh Farahani, María de Medeiros, Chiara Mastroianni e Isabella Rossellini en una pequeña colaboración.

Nombres tan conocidos como son desconocidos los de los protagonistas de Alpis, el nuevo trabajo del griego Yorgos Lanthimos tras la sorpresa que supuso su Canino hace dos años, que también logró una nominación al Óscar.

En este caso, Alpis (Alpes) cuenta la historia de un grupo de gente que se dedica a consolar a personas que han perdido a un ser querido sustituyendo al fallecido. Complicada de narrar y sin artificios de ningún tipo, Alpis emociona por momentos pero también se pierde en un laberinto mental difícil de entender.

Dos filmes muy diferentes que bajan el listón de estrellas que había presentado el Festival de Venecia hasta este momento pero que no desentona con el buen nivel visto hasta el momento.

Ya fuera de concurso, el cineasta estadounidense Steven Soderbergh presentó su último filme, Contagion, en el que aborda, de un modo apocalíptico, la rápida propagación de un virus mortífero y hasta el momento desconocido. La cinta, que tuvo una discreta acogida por parte de la prensa de la Mostra, cuenta con un destacado reparto de actores, entre los que figuran Matt Damon, Marion Cotillard, Jude Law, Kate Winslet y Gwyneth Paltrow, parte muy importante de esta trama en la que, en ocasiones, es difícil distinguir la delgada línea que separa la realidad de la ficción.

Contagion, historia escrita por Scott Z. Burns, pone de relieve el "peligro" al que está expuesta la humanidad ante la aparición de una nueva epidemia. "Todas las escenas en las que se hablaba de virus debían ser realistas. Si no hubiera sido así, no habríamos podido contribuir a este tipo de género", indicó Soderbergh.