La protagonista de su libro es Diana Dial, ¿qué tiene usted de ella?
Mejor qué tiene ella de mí. Tiene la experiencia. La misma mala leche, la ternura de fondo y el despiste hormonal. A su favor está que tiene catorce años menos que yo.
¿Por qué más joven?
No es que yo esté en contra de tener 68 años, pero una heroína de una saga tiene que hacer cosas físicas. Si la pongo de mi edad, acabaría como la señorita Marple de Agatha Christie y ese no es mi plan.
¿Cuál es su plan?
Que sea una mujer fuerte, de hoy, con madurez. Lo que quiero es una heroína de nuestro tiempo, que ya no es la que se está emancipando. Es la mujer cuajada, que vive sola y que se manda a sí misma, porque está del periodismo hasta arriba. Tiene la suerte de contar con una pensión vitalicia por parte de un exmarido, que es algo que yo no tengo. Está mujer va a los sitios que me gustan a mí e investiga como me gusta a mí.
¿Qué busca?
La verdad y la justicia. Tú sabes que los periodistas buscamos la verdad, con suerte la publicamos, y luego la justicia hace lo que le da la gana.
Usted conoce muy bien Líbano, el escenario de 'Matar es fácil'.
Espero que quede bien reflejado en la novela.
El retrato del embajador español...
A Dios pongo por testigo que jamás, jamás, he conocido a un embajador de España así... Ahora he hecho un silencio significativo. Ja, ja, ja. Hay otro personaje, Yumana, la vieja matriarca maronita, y vuelvo a poner a Dios por testigo, que en los salones de belleza, en los grandes centros comerciales, en los restaurantes de lujo... hay miles de estas mujeres cargadas de dinero, de tedio y de esa maldad femenina que desarrolla la mujer cuando no tiene poder directo y le gusta ese estado matriarcal de fastidiar a las nueras.
¿El servicio doméstico en Líbano es tal cual usted lo cuenta?
Es clavado. A Diana le gusta defender a las víctimas, a mí también. Las víctimas siempre son las mismas, los verdugos son siempre los mismos. En el primer asesinato fallece un hombre ilustre de una familia poderosa, pero hay dos daños colaterales. Son dos criadas que también mueren. Eso hace que ella se ponga a investigar, lo hace por ellas.
¿Se diferencia esa sociedad libanesa de nosotros?
Ojo, generalizando, es una mezcla de sistema feudal, la Sicilia mafiosa y la Comunidad Valenciana. Allá, en Líbano, no tienen listas con corruptos, porque lo difícil es hacer listas.
¿Serían interminables?
Allí son familias que se pasan el escaño, se eligen entre ellos y luego montan la pantomima de un parlamento con distribución equidistante de tantos por religión, tantos por secta...
Al principio de una saga, Diana Dial no vuelve a Barcelona...
Manda a Barcelona todos los bultos que ha ido acumulando y se dirige a Luxor donde su amiga Lady Roxana la espera para meterla en un crucero por el Nilo con un montón de sospechosos de un crimen...
Esta pasión por los crímenes le ha dado un poco tarde, ¿no?
Y cuanto más vieja me hago más ganas me dan de matar y, por favor, no añadas en la ficción...
¿Quiere decir en la vida real?
Repito, cuanto más vieja me hago más ganas me dan de matar...
Lo de vieja lo dice usted.
Llámame lo que quieras, lo de vieja es hasta los 80. Puedes decirme mayor si quieres, pero madura no, que es como más ambiguo. Cuanto más vieja, más ganas de matar.
¡Vaya obsesión!
Como está prohibido en la realidad lo hago en la ficción. He descubierto que he nacido para el mal. Habrá un asesinato en la redacción, más tarde que temprano.
¿En la vida real o en la ficción?
En la ficción, en la vida real siempre mueren los becarios y los mayores.
¿Cuándo se dio cuenta que en realidad había nacido para ser mala?
Me di cuenta en Beirut cuando pensaba si seguía escribiendo o no. Se me agolparon muchas cosas, la nostalgia por el reportaje, el deseo de partir de Beirut y el deseo de meter todo lo que he conocido en libros para que no se pierda nada.
¿A quién mataría?
A Gadafi. ¿Sabes por qué? Porque a todos los demás está prohibido. ¿Y sabes qué va a pasar? Que a Gadafi le vamos a dejar vivito y coleando y va a seguir jodiendo a los suyos. Mataría a Gadafi y a sus hijos, soy muy taxativa en estas cosas.
Siempre lo ha sido.
Sí, siempre lo he sido, pero es que ya no estoy en edad de ser correcta.
¿Se vive bien siendo políticamente incorrecta?
Se vive muy tranquila.