Donostia. La mitología le apasiona, desde siempre ha sentido inclinación por el dibujo y los personajes fantásticos le encantan. En estos momentos Juan Luis Landa (Errenteria, 1965) se encuentra en su estudio dando las últimas pinceladas a una nueva novela histórica donde rememora la conquista de Nafarroa, acontecida hace 499 años. El nombre del título se dará a conocer en Durango, donde se presentará este libro en el que se detalla "el sufrimiento y humillación de la conquista que a día de hoy aún está latente", según el dibujante. El primer paso para afrontar este proyecto lo dio a comienzos de los 80, cuando se autoencomendó la tarea de dibujar la historia de Euskal Herria, para así mostrar los misterios que esconde el pasado y resaltar el aliciente de su mitología. No es este su primer trabajo al respecto, sino un peldaño más en la exitosa carrera.
Pero todo comenzó mucho antes. El lápiz y el papel fueron importantes compañeros a lo largo de su infancia. Pronto afloró su capacidad innata de representar esos personajes fantásticos que él imaginó que una vez vivieron en Euskal Herria. De esos primeros años Landa recuerda perfectamente que en el colegio se maravillaba copiando y repitiendo los dibujos originales de trazos hechos a lápiz del artista catalán Emilio Freixas. "Creo que fue el primer autor con el que me entró la gran pasión por el dibujo", reconoce el errenteriarra. Estos ejercicios fueron la plantilla que utilizaba de niño para aprender a representar los imaginarios personajes mitológicos que tanto le han inspirado a lo largo de su vida.
Hijo de taxista y consciente de la existencia de profesiones como la de mecánico, profesor, herrero -en teoría seguras y con sueldos aceptables-, jamás imaginó que alguien pudiera ganarse la vida dibujando. A aquel cándido niño "no le entraba en la cabeza que existiera la profesión de ilustrador". Pero con el paso de los años Landa se ha convertido en un profesional y a día de hoy es una de esas afortunadas personas que fusiona deber y placer.
Al terminar sus estudios superiores, el guipuzcoano se encontró en la tesitura de tener que decidir entre trabajar de lo suyo -algo relacionado con la industria metalúrgica- o participar en la producción de un largometraje de animación, Kalabaza Tripontzia (1985). Asegura que esa primera oportunidad le salió "de la nada". La decisión no era fácil, pero tomó el camino vocacional y hoy en día asegura que aquella fue una fecha clave en su vida. Al año de finalizar la película completó la colección de Gabai, una serie de cómics que cuentan distintas historias sobre Euskal Herria desde el punto de vista de un adolescente. Con esta obra Landa se estrenaba como autor de cómics (otro sueño de la infancia hecho realidad) y dejaba atrás el mundo de la animación.
Su fascinación por la mitología, sobre todo la de Euskal Herria, le lleva a reconocer que es un verdadero "apasionado", a pesar de que su trabajo se focaliza en el Reino de Navarra. La fantasía le ha cautivado y está hechizado por el mundo mitológico. Sus dibujos, anclados con firmeza en la Nafarroa pre-monárquica, muestran los conocimientos históricos de Landa y son prueba de que la reputación que le precede como historietista vasco se la ha ganado con trabajo.
Féminas de extraordinaria belleza, largo cabello, mujeres que se arreglaban con peines de oro y que vivían en los ríos o en el mar... las Lamias. Ellas tienen gran importancia en la mitología vasca y son capaces de volver locos a los hombres más curtidos. Como otros tantos, Landa se sintió atraído por los encantos de las Lamias. "Tal vez por los personajes en sí, o puede ser que por las historias que cuentan de ellas", pero son las que más interés le suscitan y con las que se inspira.
estudio landa A día de hoy Landa no ha dejado de lado el lápiz tradicional, las tintas y las acuarelas con las que crea vida sobre las láminas en su estudio de Lezo, en el que trabaja en compañía de su hermano desde hace siete años.
A su carácter impetuoso y detallista le viene bien la aportación tecnológica, que le facilita y agiliza mucho el trabajo, a la vez que le soluciona infinidad de problemas. También para este artista el ordenador ofrece múltiples opciones para facilitar tareas que manualmente llevan mucho tiempo y pueden ser engorrosas. Utiliza esta herramienta para perfeccionar todos los pequeños detalles que a mano resultan imposibles de visualizar. Así, las pautas utilizadas por este artista a la hora de trabajar son las siguientes: primero dibuja en blanco y negro para después escanearlo. Una vez traspasado al ordenador, utiliza el Photoshop para colorear y perfeccionar los detalles. "El ordenador te permite hacer cambios", explica, "además puedes reorganizar la composición, en el caso de que quieras modificar pequeños detalles que no se ven en papel".
Por ejemplo, Landa recuerda el trabajo de Kalabaza Tripontzia como "muy largo", pues se elaboró a mano; doce dibujos por segundo, para ser exactos. Para la hora y media que dura el film fueron necesarios miles de dibujos que se pintaban manualmente y comenta que "entonces era preciso tener muchos artistas que coloreasen cada imagen una por una".
Tras casi tres décadas en la profesión, Landa asegura tener "mucho material" para exposiciones que despertarían interés a nivel internacional, pero el artista ralentiza el momento de su exhibición para estudiar detenidamente el cómo, el dónde y el cuándo: quiere mostrar Euskal Herria y su cultura en el extranjero, pero lo quiere hacer de forma seria.