El príncipe se quejó a la prensa por la publicación de lo que considera "rumores" sobre su pareja, y consideró que detrás de esas noticias hay "celos" de personas de su país que "tratan de hacer daño".

El miércoles, pocas horas después de su vuelta de un viaje por África, Alberto y su esposa Charlene convocaron a varios periodistas locales, para manifestar su "indignación frente a los rumores" que consideraron "insoportables". "Desde hace mucho tiempo, mi familia es objeto de rumores nacidos de los celos. Hay una o varias personas en Mónaco que intentan hacer daño", les señaló a los periodistas el príncipe, que consideró "lamentable que los medios de comunicación hagan suyos esos rumores sin verificar las informaciones". En este encuentro recalcó el respeto que ha tenido siempre a la libertad de expresión, y aprovechó la citación para condenar la difusión de informaciones falsas calificándolo de "lamentable y susceptible de sanciones penales".

El soberano, que no admitió preguntas, indicó que "a veces esos rumores nos hacen reír, por ejemplo cuando los medios explicaban que la princesa y yo no habíamos dormido en el mismo hotel en Sudáfrica. Evidentemente, era por razones prácticas". Todo empezó a tres días de la boda, cuando la versión digital del semanario francés L'Express publicó que la prometida, Charlene Wittstock, había ido hasta el aeropuerto de Niza para intentar tomar un avión para su país, Sudáfrica, tras descubrir nuevos asuntos oscuros de la vida de Alberto.

Diversos medios precisaron a continuación que se trataba de que el príncipe había tenido un tercer hijo, aparte de los dos que ha reconocido a condición de que sus madres renuncien a cualquier pretensión al trono del pequeño Estado.

El abogado de Alberto de Mónaco, Thierry Lacoste, indicó anteayer que iba a denunciar a L'Express por difamación, y justificó que no se haya hecho hasta ahora porque estaban recogiendo pruebas.

El director de L'Express, Christophe Barbier señaló que pese a haber transcurrido tres semanas no ha recibido ninguna citación, y que la información sobre las desavenencias en la pareja estaban confirmadas por diferentes fuentes que no podían estar concertadas entre sí. El Palacio de Mónaco justificó desde el principio la polémica situación por las obligaciones de él como miembro del Comité Olímpico Internacional.