Los noctámbulos están de luto por la desaparición en la parrilla de La Sexta del programa de Andreu Buenafuente y dudan entre las esotéricas propuestas de la tdt o los infumables contenidos repetitivos de las cadenas que ya no compiten a esas horas de madrugada. Tras siete años de dar el callo, con casi mil programas a cuestas, la prudencia productiva recomienda una paradita técnica no vaya a ser que rompamos la cuerda del ingenio, frescura y personalidad propia e intransferible. En el programa de despedida, se permitió tres consideraciones que merece la pena rescatar por la filosofía televisiva que encierran: 1. El público lo es todo con su capacidad para aceptar o rechazar el diario menú. 2. El equipo del programa es básico para el posterior triunfo y Buenafuente lo tiene de lujo. 3. La comedia, la risa, la ironía deben de acompañar nuestro diario caminar y son la base y materia prima de cada programa de este importante cómico. El programa de Andreu es ante todo interpretación, puesta en escena, guionización( equipo de doce guionistas) y desde esta óptica hay que entender y gozar lo que sale por pantalla. Es la diaria comedia humana que Andreu construye con escogidos invitados, excelsos colaboradores y sugerente texto, sin olvidar la música que acompaña la producción noctámbula, desde la banda de plató con el inefable Joan a grandes interpretes. No está desvelado el futuro del cómico y su troupe pero terminará aterrizando en la comunicación directa, viva y salerosa de su buen decir y hacer televisivo. Merecido descanso o alto en el camino, es un personaje importante del panorama y no tardará en volver para alegría de noctívagos y nocherniegos que deambularán hasta entonces, perdidos como insensatas mariposas atrapadas por incandescente bombilla veraniega.
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