Vitoria. Dobok suena a rabiar a nombre de grupo stoner. Pero si viajamos a su raíz coreana descubrimos que el musical Do puede cuadrar al significar "la senda de la vida", pero Bok... equivale a "ropa de entrenamiento". También Aritz Itxisoa comenzó así su relación con Azkena Rock Festival, apostando su oído al otro lado de la valla y descubriendo el potente sonido de Queens of the Stone Age. Aquello merecía algo más que un eco, así que al año siguiente saltó al otro lado de la valla. Pagando, claro.

Hace dos años y medio, el taekwondista gasteiztarra colgaba su dobok, su uniforme deportivo, tras varios años en la elite mundial de la disciplina. Pero de lo que no se desprende ni por asomo es de su costumbre de visitar año a año el tatami de Mendizabala, donde otra elite, la del rock mundial, se reúne desde hace nueve años para compartir sus mejores golpes. "Aquel concierto lo escuché desde fuera, pero desde entonces no he fallado".

Corría el año 2005 y Aritz disfrutaba tras la valla del que, dicen los foreros, ha sido el mejor bolo de un ARF que este año repite ración de QOTSA. También lo hizo él mismo, ya sin muro, disfrutando de Josh Homme y los suyos en sala, con su visita a tierras vizcaínas. Y, claro, aunque confiesa que este año no ha "mirado mucho el cartel" la cita con la banda y la velada de Kyuss! -"aunque al día siguiente hay que trabajar y tenemos boda en Zaragoza el finde"- son dos de los momentos que espera con ganas.

Su fidelidad al festival ya le ha ofrecido muchos de esos instantes. Recuerda sobremanera el 2006 de Pearl Jam, Wolfmother o My Morning Jacket, "a los que vimos prácticamente solos en primera fila". Y también se cuelan en su podio de directos los de Kitty, Daisy&Lewis, Gutter Twins o Black Crowes, que "si no ha sido el mejor grupo del festival ha sido el segundo mejor".

Con su pareja, con sus amigos. Aritz trata de exprimir el macrofestival en cada edición. También con sus colegas del grupo Bronze, con los que encuentra además la perspectiva más musical de cada puesta en escena. "Ha habido muchos años de ir solo y encontrarme allí con ellos; también hay otra gente a la que no ves en todo el año, pero que sabes que va a estar allí seguro".

A los que ya ficharía para alguna de las ediciones es a los integrantes de Foo Fighters, "un grupo que suena muy a lo Azkena". También sonaron bastante bien muchos de los aficionados que hicieron sus pinitos subiéndose al escenario del Antikaraoke de 2009, entre ellos uno de sus colegas que cogió el turno de una ausente frontman. "Soy Nerea", repetía continuamente, tanto que, al año siguiente, aparecieron por el festival algunos azkeneros ataviados con el lema en sus camisetas. La fama es impredecible, como la de ese grupo de auténticos "vikingos" que cada año son siluetas infalibles en el festival. También en este 2011 espera encontrárselos, como una tradición más, colgado ya el dobok pero siempre en la mejor de las formas para atacar la música a pie de escenario.

El uniforme habitual de José Félix Aspizua es traje y corbata. Pero podría ser un ribeteado blusón con chorreras y levita al estilo Willy DeVille, no en vano trabaja en un palacio. El director de Fundación Mejora también saca los cuernos -rockeros- al sol de Mendizabala desde hace varios años. Empezó yendo a días sueltos, pero ya hace tiempo que se hace con el bono para "poder elegir", para combinar -como tantos gasteiztarras- trabajo con noches de riffs.

Aunque "no estoy todo el día escuchándolo", es el rock el género musical predilecto de José Félix, "el que más nos une al grupo de amigos". El jazz, la música clásica y la coral también se han ido uniendo poco a poco a su backstage melódico, a pesar de que en estos estilos "es más difícil ser autodidacta".

Hay varias bandas que han calado hondo en la experiencia azkenera de Aspizua. Pero quizás una sobre todos ellos. Corría el año 2008. Los últimos estertores del festival. "El concierto que me gustó más, del que tengo mejor recuerdo, es el de Jon Spencer Blues Explosion. Todo el mundo estaba derrengado, todos estábamos muertos, y fue un conciertazo, hilvanado, brutal".

La velada bajo el agua con Chris Isaak el año pasado, unos Sex Pistols "que no me decepcionaron" o el soul del Ely Paperboy Reed, al que volvió a ver en Madrid, son otras de las citas que quedan en la memoria de José Félix. "Es que una de las cosas que tiene Azkena es que es un festival muy homogéneo".

Homogéneo, pero a la par susceptible también de sorpresas negativas, como la de Evan Dando, suscrita por prácticamente todos los que la sufrieron. Caprichoso es, sin embargo, el destino de las noches festivaleras, y cuando él y sus amigos retornaban a casa con el mal sabor de boca, se encontraron frente al Canciller Ayala con la recompensa al mal trago. El lemonhead y demás músicos compartían agradable jam bajo la luminosa protección del kiosco de La Florida. Así es la noche. Oír para creer.

Porque "la idea es oír música donde puedas, haciendo deporte o en casa, la música siempre ha ido mucho conmigo, sin tener voz ni tocar ningún instrumento, eso sí". Por eso José Félix pone a veces el tocadiscos -"tengo vinilo, lo mantengo y de vez en cuando compro alguno"-, pero también se sube al dial de la radio o curiosea en el spotify. En la música, además, tiene aliada en casa, su hija, que le envenena, además, de otros estilos como el funky o el hip hop. "Lleva dos años que su regalo es el bono".

Del que se han sacado para este año, a Aspizua le interesan sobre todo The Cult, Queens of the Stone Age o Greg Allman. Pero nunca se sabe, porque, "a veces, vas a ver a alguien y de repente estás charlando a gusto y te das cuenta de que te lo estás perdiendo". Y, otras, los grupos más imprevistos conquistan toda la atención en un chasquido.

En eso consiste precisamente el festival, en no atosigarse con su cartel y dejarse llevar por la jornada, algo que facilita sobremanera "la exquisita educación del público", el hecho de que, superando estereotipos, Azkena sea, en su mejor acepción, "un lugar tranquilo". Lo dice con el disco Everybody's Rockin', de Neil Young, en la mano. Su disco de temática rockabilly. Su disco número catorce...

Precisamente uno de los estilos predilectos de Iñaki López. ¿Y, quizás, los años con los que comenzó, como una gran mayoría, a escuchar música? "No, fue antes, porque mi padre era aficionado a la Creedence, a Johnny Cash, a Elvis, y él fue el que me los inculcó", recuerda.

Puede también que por haber visto sufrir hasta el límite de la rayadura el disco de San Quintín de Cash, cuando él mismo comenzó a hacerse con vinilos "los ponía poco y me los grababa en cinta, en esas PDM de 90". Se confiesa maniático, pero "no un gran coleccionista; no tengo 15.500", pero cuando va buscando su ración de gramaje "compro sobre todo grupos de medios tiempos, el último John Lee Hooker". También se acuerda del primero, claro, un doble recopilatorio de Chuck Berry que le fundió la paga. A pasarlo a cassette...

Los arraigados vicios de la juventud suelen continuar de adulto, y al presentador televisivo no hay nada que más le guste que ligar su tiempo de ocio con la música. "Este sábado, por ejemplo, me voy al festival de Andoain", explica, seguidor confeso del rockabilly, pero abierto a otros estilos. "La verdad es que me da igual, siempre que el grupo sea visceral. No me llama tanto el folk, pero también me gustan desde el protoblues del Delta hasta el heavy. Mientras no sean Bisbales, Bustamantes y Davides de María...".

Así es habitual verle en muchas noches de Helldorado, algo menos en un Azkena Rock Festival al que se acercó "por primera vez hace ocho años, pero no pude volver hasta el año pasado". De ese 2010 destaca la visita de Imelda May, sobre todo por la "apuesta" del festival por ese tipo de artistas de circuitos quizás menos conocidos por estos lares. "Lo que más me gusta es esa combinación de grupos".

De la edición de este año no tiene muchas dudas. "No me la quiero perder por nada del mundo, porque toca Brian Setzer, lo más grande sobre la tierra". Lo vio con sus Stray Cats en el Crossroads gijonés, donde otro año acudió al proyecto en solitario de Lee Rocker. No faltó a la visita de Slim Jim Phantom en Helldorado, y ahora su bolo más esperado es el que compartirán batería y guitarrista en Gasteiz.

Le gusta "el ambiente". La gusta "la tribu" que lo compone. Le gusta un macrofestival "valiente" que se resistió en sus -presuntas- horas bajas "cuando hace cinco años estuvo a punto de desaparecer". Por eso, además del sábado made in Setzer, tratará también de escaparse el viernes, pero sin su flamante nueva Harley, porque sin un par de tragos tampoco es lo mismo, ¿no?

Con tanta música otra botella acaba colándose en la conversación. "No toco ni la botella de anís. Nada me hubiera gustado más que saber tocar, pero carezco de oído; de martillo, yunque y estribo", reconoce. Lo que no le falta es labia, capacidad de conexión de conceptos y chistes, un auténtico don para las 625 líneas. Hablando del tema. ¿Aguantar tres días seguidos en un festival son más duros que El conquistador del fin del mundo? Lo tiene claro. "Prefiero quince Azkenas seguidos que ir al conquistador con Juanito y Korta. Lo único que hago en un Azkena es gozar".

Tres formas de hacerlo son las que se proponen Aritz, José Félix e Iñaki este año. Tres como las de miles de fans del festival que nada tienen que ver con el universo musical más allá de su afición. De su gusto por los acordes... y los recuerdos. Armados de unas cuantas expectativas y abiertos a otras tantas sorpresas, cruzarán el pórtico en busca de púas con las que calmar el hambre y la sed. Y de otras con las que saciarse el espíritu.