Desde su segundo año, el del -por entonces- incierto salto a Mendizabala, el Azkena Rock Festival reserva siempre parte de la tipología de su cartel a grupos vascos. Bandas que, año a año, demuestran que las semillas de este género con raíz anglosajona también crecen desde hace décadas en Euskal Herria, mezclándose con las señas de identidad de su propio bagaje musical y de su idioma, y gritando personalidad desde fenómenos como el rock radical vasco.
Formaciones gasteiztarras y de allende la llanada han pasado por las tablas de Mendizabala, disfrutando en muchos de los casos de una oportunidad inolvidable para sus carreras, bregando contra los primeros horarios de las jornadas y, pese a ello, aplaudiendo la suerte de compartir escena con algunas de las leyendas que han abonado su pasión por la música.
"Nos hizo mogollón de ilusión", recuerda Imanol Ubeda al echar la mirada atrás. Corría 2004. El cantante y guitarrista, junto al resto de Bide Ertzean, recibía la oferta de subirse a la tercera edición del festival. Fueron los primeros del viernes, a la hora del patxaran, y, entre la no demasiada gente, se notaba la presencia de muchos acampados. "Vamos, lo que es normal en los festis a primera hora", reconoce.
Y, como 'para el sabio ninguna verdad es amarga', no les importó. Disfrutaron del bolo y del pase que les ofrecía el festival. Y, como es menester, acumularon algunas anécdotas. "Josh Rouse tuvo el típico problema que tienen los guiris en los festivales, que le llegó la maleta y la guitarra no; alguien de la organización me dijo 'pues toca una telecaster como la que tienes tú".
Imanol recuerda como un honor el préstamo. Y, entre la amalgama de recuerdos sucesivos que le trae el festival, guarda con especial cariño el bolo de Quique González, con el que el batería de Bide Ertzean había compartido gira. "Era una plaza difícil, quizás no la mejor para él, pero le vi muy bien; demostró que también allí podía funcionar, no sólo en un teatro".
El bluff -reconocido por la mayoría de espectadores- de Ryan Adams y la rabia a posteriori de no haber visto a Wilco -"no los conocíamos, salvo el batería, y desde que los descubrimos no nos los perdemos cada vez que vienen"- son otras de las imágenes grabadas en su memoria, en la que, año a año -aunque no ha ido a todas-, el ARF hace poso. "Con el tiempo le hemos cogido un cariño de la hostia, es un festival en el que se respira rock&roll. Es importante que existan estos festivales tan cerca de casa, que podamos ver a grupos de ese nivel", opina Imanol, envuelto junto al resto de sus compañeros en "pleno apogeo" de la gira de su Don Inorrez, preparando a la par un tema para un recopilatorio sobre la guerra civil y trabajando con ideas nuevas. Pero sin presión de sacar nuevo disco ni nada por el estilo. "Como el que sale a pasear...".
También como aquel que va a dar una vuelta se acercó el Pela ese mismo año por el macrofestival, con sus compañeros de Obligaciones. Estaban previstos para la jornada inaugural del jueves. ¿Recuerdan? La de la indescriptible tromba de agua que amenazó con suspender el festival y que finalmente echó el resto con Five Horse Johnson, Urge Overkill y The New York Dolls. Al final "nos pasaron al sábado a las siete y algo", recuerda el bajista y cantante, ahora en las filas de Sumisión City Blues. Además del bolo, compartir backstage con gente como Radio Birdman es una de las cosas que no olvidará fácilmente. "El bar de los artistas es la bomba, cenamos al lado de Wayne Kramer (MC5)", apunta. En lo que al concierto respecta, ¿tiemblan las piernas en un escenario semejante? "Me impresiona menos tocar delante de diez mil que de seis", asegura.
Su garganta cruza cuerdas con las seis de Joseba Baleztena en el nuevo quinteto de rock gasteiztarra, los citados Sumisión. Pero, hace cuatro años, en 2007, el guitarrista se subía a las tablas de Mendizabala en una edición de las que sólo duraban dos días. "Y, además, tocamos el sábado, que la gente ya desde el viernes lo da todo". Joseba coincide con el Pela. "Yo me lo pasé como un enano", recuerda, "y además vino mogollón de gente a vernos, así que lo hicimos lo mejor que pudimos; era una época en que estábamos más rodados imposible".
En cuanto a sus respectivas experiencias como espectadores, coinciden en algunas de las grandes visitas del festival, como Hoodoo Gurus o Beasts of Bourbon. El Pela añade a "The Dwarves, que les dieron un rapapolvo a todos los viejecitos de postín", y Joseba hace lo propio con "la primera edición en la sala", destacando a The Bellrays. Y, más allá de la música, destaca también "esa reunión de un montón de gente". "Es un rollo más social que musical", finiquita, sentenciando, el Pela.
A dulce sentencia les supo a los tres integrantes de Sharon Stoner el anuncio de su presencia en el ARF 2006. Como muchas otras formaciones, el concurso Villa de Bilbao fue el encargado de abrirles las puertas del recinto de Mendizabala, unas puertas que, nada más cortar la cinta, contaron con ellos como primera banda del año.
"El anuncio fue la hostia, porque no nos lo esperábamos", recuerda el bajista Iñigo Ibarrondo. Tener acceso a backstage, poder compartir esas bambalinas con bandas como Misfits -y echarse unas fotos con ellos, aunque alguno tenía la mano un poco larga (¡pulpos no!) con las novias-, ver esa trastienda de un macrofestival, ya fue suficiente premio, de entrada, para la banda. "No pisamos ese tipo de escenarios ni en sueños, estamos más acostumbrados a tocar en gaztetxes", reconoce, así que, a pesar de esa pequeña penitencia de encontrarse un aparcamiento apenas desperezándose, con un centenar de espectadores a pie de escenario, todo supo a gloria.
"Con ese público estaba bien, con que levantaran un poco las manos nos valía", bromea Iñigo, que graba junto a sus compañeros de banda el próximo disco de Sharon Stoner, previsto para otoño. Y recuerda, también, a otro espectador inesperado. Entre sus temas -por entonces presentaban disco- se coló también una versión de Kyuss, la de Fatso Forgotso, y precisamente uno de sus autores estaba en el radio de acción de los decibelios. "Estuvimos luego con Brant Björk y nos dijo que cuando llegaba en coche al festival justo la escucho". Un momento -desértico- casi perfecto.
Al margen de esta presencia sobre las tablas, Iñigo también es habitual consumidor del ARF, incluso en su edición primigenia en la, por entonces, sala Azkena. "Los dos últimos años he fallado, pero suelo ir clavado". Por eso pudo disfrutar del bolo de John García y su banda Hermano -"ahora ya lo hemos visto más, se ha hecho más habitual"- o del inolvidable bolo de Wolfmother de ese mismo año. Este año le gustaría acercarse a la velada del jueves para tomarse una buena ración de -cómo no- Kyuss, pero probablemente sólo pueda hacer noche el viernes, con QOTSA, Primus y Clutch.
Zein?, Paniks, Petti&Etxeko Uzta, Kuraia, The Soulbreaker Company, Hash, Berri Txarrak, Kriston, Las Furias, Sorkun, Las Culebras, Jon Ulecia, Reverendo Parker, Bronze y Audience completan la nómina vasca de un festival que mira siempre más allá en busca de las raíces del rock, pero que reserva un reojo atento para abonar también el sustrato propio.
Este año serán Bizardunak, The Riff Truckers y Atom Rhumba los grupos con label convocados a la velada. Porque el rock influye y se deja influir. Y el sello euskaldun tiene muchas estampas diferentes. Tantas como músicos. Tantas como protagonistas. Cosecha propia.