Vitoria. Dice el proverbio chino que "si te caes siete veces, levántate ocho". El Big Band Festival no ha caído, ni mucho menos. Ha recaído, año a año, en su empeño de llevar esa música ágil, bailable y contagiosa que abandera el modelo de la big band. El contagio ha ido más allá de la tradicional alergia primaveral y se ha reproducido en el organismo del encuentro musical. El viernes 3 contagia al sábado 4. Falerina a la Virgen Blanca. Más horas y más espacios para dejar al cuerpo escapar de sus ataduras, para proponer un ataque directo que amenaze con hacer rotar sobre su propio eje al mismísimo monumento a la batalla de Vitoria.

Habrá que ver si algún soldado se rebela a su cincelado. Si algún gasteiztarra soso deja a su vertiente salada emerger entre la música, aliada con el coincidente Gastroswing. Habrá muchas excusas para hacerlo. Muchas propuestas. Y muchos protagonistas en escena. "Siempre intentamos hacerlo mejor", reconoce Jimmy Bidaurreta, director de la Gasteiz Big Band.

Nueve propuestas musicales -además de sendas acciones pictóricas, el sábado en Luis Aramburu (11.00) y Virgen Blanca (por la tarde)- dan forma a esta octava más que completa. A pesar de su nombre, la primera de las melodías no dará la chapa. Dará el metal. Los miembros de la marching Brassa Band ejercerán desde las 20.30 horas de Hamelines "ocupando las calles del centro de la ciudad y acabando el Montehermoso", donde a partir de la medianoche los ritmos atracarán con el trasatlántico de Dj Mute All.

Al día siguiente, la cita arrancará precisamente en Montehermoso, a las 12.00. B3 Dixieland abrirá la jugosa jornada con un repertorio "muy bailable, en las raíces del jazz", explica Guillermo Lauzurika, director de una Big Band Berri que tomará el relevo a las 13.30 con su fusión de swing y pop, en la que tienen cabida versiones desde Stevie Wonder a Phil Collins, aunque la de este último, bromea, aún se la están pensando por sus genéticos niveles de horterada. "Queremos hacerlo pasar bien", apunta.

"Parece mentira que hayamos llegado hasta aquí", confiesa Ana Isabel Bravo, echando un breve vistazo atrás al octeto de ediciones que acumula el Big Band Festival. Pero pronto vuelve los ojos al horizonte, esbozando una tarde del sábado en la que firma un doblete. La Virgen Blanca toma el relevo de Montehermoso y abre nota vespertina con un tándem de futuro, el que proponen la Txiki Txiki Big Band y Harmonie Junior d'Artix.

La primera de las formaciones, a la que dirige Bravo, acaba de visitar con éxito el festival de la localidad donde nació la segunda. Fue precisamente el anterior Big Band Festival el que acogió el debut de su medio centenar de jóvenes músicos alaveses, que dentro de dos semanas ejercerán de anfitriones cuando sus homólogos galos devuelvan visita. La conjunción de ambas, además de su trabajo por separado, será protagonista en el inicio de la tarde, y, si la Gasteiz Big Band se une a ellos en el último tramo, "en algún momento va a haber más de cien músicos en escena", avanza Ana Isabel. Sin olvidar a la treintena de pequeños bailarines de Traspasos, que también repite.

Tras un siempre poderoso derroche de energía de la Gasteiz Big Band en solitario (desde las 19.30), la Brassa Band volverá a atraer a los bailongos ratones alaveses hacia Montehermoso, donde (22.30) espera un grupo, No Reply, que Bidaurreta define como "el Frank Sinatra del siglo XXI". Dj Makala cerrará la octava. Muchos protagonistas buscando a otros protagonistas, los que compondrán la big band de oyentes del público. "Somos las personas las que movemos el mundo", reflexiona Ana Isabel, y, en época de promesas electorales, "esto que no da dinero consigue crear cosas estupendas". Notas inolvidables.