buenos aires. Argentina llora desde ayer la muerte a los 99 años del escritor Ernesto Sábato, el último mito de la literatura del país sudamericano y figura fundamental en la defensa de los derechos humanos.
El escritor murió en la madrugada de ayer en su casa de Santos Lugares, a las afueras de Buenos Aires, donde permanecía recluido desde hacía años a raíz de sus problemas de salud. Elvira González Fraga, la mujer que le acompañaba desde que Sábato enviudó, en 1998, dijo que en los últimos días una fuerte bronquitis terminó de complicar su delicado estado de salud.
Debido a su ceguera, el autor se había visto obligado en los últimos años a abandonar la lectura y la escritura, y a llenar su tiempo con la pintura y otras aficiones que practicaba en su vivienda. Los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó la semana pasada, tenían previsto realizar hoy, un homenaje a Ernesto Sábato, quien el 24 de junio cumpliría 100 años.
Hace unos días, su hijo, el director de cine Mario Sábato, anunció que proyectaba abrir un museo en la casa de Santos Lugares para cumplir un sueño de su padre. Sábato fue velado ayer en el club Defensores de Santos Lugares, como era su deseo. "Sé que todos comparten el dolor y la tristeza que sentimos", subrayó antes de agradecer el apoyo de sus vecinos. "Mi padre no nos pertenecía sólo a nosotros, lo compartimos con mucha gente que lo quiso y lo necesitó. Él había dicho: 'Cuando muera quiero que me velen acá para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final y recordarme como buen vecino'", aseguró.