Está Pela asomado a la ventana, de vuelta a casa, seguramente fumando un cigarrillo de liar, cuando al mirar al horizonte de pisos sus pensamientos se encuentran con la realidad de la urbanización periférica, del barrio dormitorio. "Todos tienen asumido su destino, procrear y envejecer", piensa. Y luego se pregunta: "si hubiera que cambiarle el nombre, ¿cómo se llamaría?"... Sumisión City.
De los veinte nombres que barajaron, "era el que menos le gustaba al resto del grupo". Y, como suele ocurrir, es el que se ha quedado. No es el nombre, sin embargo, lo más importante de una banda, "no sirve más que para distinguir a un grupo de otro", añade Pela. Lo que cuenta es que desde hace más de un año Sumisión City Blues carga, descarga y vuelve a cargar su música -como una recortada- por los escenarios del País Vasco. Lo que cuenta es que a través de una decena de bolos -el último el sábado en Bermeo, el próximo en el Edaska de Barakaldo- comienza a contagiar su rock insumiso. Y lo que cuenta... También se cuenta ya en forma de disco.
Todo se gestó en torno al Azkena Rock Festival de hace dos años. "Coincidimos el Pela y yo en el festival y me dijo que tenían ganas de montar una banda", recuerda Joseba Baleztena, guitarrista de Sexty Sexers y habitual colaborador de Hala Bedi Irratia. Quienes tenían la idea eran Pela (voz) y Anti (guitarra), que ya habían dejado caer la idea a Kike Penike (bajo) y David Marín (batería). Cada uno de su padre y de su madre -musical y vitalmente hablando-, pero siempre en la onda del rock. "Todos nos conocíamos y admirábamos lo que hacíamos", apunta Pela.
Como en tres o cuatro décadas de vida les ha dado tiempo a escuchar y tocar de todo, la idea fue darle la vuelta a lo que se podía esperar de ellos. "Dijimos, vamos a hacer algo que no hayamos hecho nunca, no vamos a darle al público lo que quiere, que es lo fácil", afirma el frontman. "La mayoría se quedó sorprendida cuando nos oyeron por primera vez", recuerda Joseba. Y es que, si uno le da un repaso a los cuatro temas de su nuevo y homónimo CD -tres en el formato de single en vinilo-, la mezcolanza suena limpia, a ratos medio funk, a ratos raíces...
"Te puede sonar limpio, pero es una macarrada", se rebela Pela. Porque, al final, cada vez que se suben al escenario, la electricidad manda y el objetivo, sí o sí, es "disfrutar, bailar y pasárselo bien", algo que han sentido en cada uno de los conciertos ofrecidos hasta la fecha, una senda que no va a parar. "Ahora queremos tocar por Euskal Herria y, después del verano, atacaremos al Estado". La última frase, mejor no sacarla de contexto, ¿no? Pela ríe con ganas. Disfruta con el vacile. Sus letras también juegan a él con la música, entrando en ella por lugares insospechados. "Es que ahora me estoy vengando, llevaba años tocando el bajo y cantando a la vez; la verdad es que estoy aprendiendo mogollón".
"Es que las melodías del rock nacen con fonética inglesa, es difícil de llevar a otro idioma...", tercia Joseba. "Sí, no tenemos referencias buenas en castellano a las que agarrarnos y al final, a veces, sale un rollo Loquillo", explica Pela, responsable de las letras de Mentira, Mi crucifixión o Las víctimas de Chacal, algunos de los temas de una grabación que se gestó en Helldorado. No sobre el escenario, sino al lado de la barra -incluyan aquí todos los chistes fáciles que deseen-, el pasado verano y de la mano de Jorge Reboredo.
Y este verano, probablemente, tocará grabar otra vez. "Nos vamos a ir saltando el concepto de disco", asegura el cantante, que apuesta junto al resto del quinteto por grabaciones más frecuentes y con pocos -y frescos- temas. "Hoy en día es difícil que alguien escuche un disco entero", asegura Joseba. Son otros tiempos para la música. "Y es que, además, la gente hace muchos temas de relleno", completa Pela. Prefieren optar por grabar poco y a menudo -incluso discos de Navidad, a lo Elvis, "como los grandes"- "para estar siempre en la boca de la gente".
Por ahora, ya está en los oídos del personal este ramillete de cortes -quinientas copias en CD, otras tantas en single de vinilo- para ir catando de qué va este encuentro de estilos. "Somos nosotros mismos, no forzamos nada", aseguran. Quedan un par de veces a la semana y hacen lo que más les gusta. Lo harán también el jueves por la mañana, para presentar el disco, en un lugar del Casco aún por concretar. Son Sumisión. Rock insumiso.