Pekín. Tuvo que esperar 50 años de carrera, pero Bob Dylan pudo ayer por fin cantar en la China comunista, aunque lo haya hecho con casi 70 años a sus espaldas y sin entonar sus himnos políticos más famosos, The times they are a-changing y Blowing in the wind.

Algo que no pareció importarle al público de Pekín que vibró emocionado y respondió con ovaciones, especialmente cuando el de Minesota otra de sus canciones más populares, Like a rolling stone.

Unas 10.000 personas asistieron al histórico concierto en el Gimnasio de los Trabajadores pequinés, que no vivía tanta animación desde que acogiera en los JJOO de 2008 las pruebas de boxeo.

El público, en su mayoría muy joven y en el que hubo una gran represenación de la comunidad expatriada, también se entusiasmó con otro de sus clásicos, A hard rain's a-going to fall, aunque se mostró algo frío en el inicio del recital, cuando Dylan enseñó algunos de sus trabajos más recientes.

El artista, que el 11 de abril celebrará 50 años sobre los escenarios, prefirió en buena parte del concierto dejar el centro de la tarima a sus compañeros de grupo, tocando casi siempre el teclado en un lateral, aunque en un par de ocasiones se colgó la guitarra y echó mano de su inseparable armónica, que cuando sonó obtuvo las mayores ovaciones del emocionado público.

El concierto, unido al que recientemente dieron también en Pekín otros artistas veteranos como son The Eagles, permite pensar que las autoridades culturales chinas han abandonado el recelo hacia las estrellas de rock extranjeras que se inició en 2008, cuando la islandesa Bjork pidió la independencia del Tíbet en Shanghái.