cOrrían finales de 2009. Tras seis años de ensayos con sabor a jam y de riffs contundentes concretados en una demo, Arenna decidía dar un nuevo paso en su horizonte de melodías desérticas. Año y medio después, la idea ha demostrado conocer bien las cartografías. Lo que en principio iba a ser un álbum autoproducido acabará siendo el mes próximo una edición que, además de CD, incluirá un doble vinilo, apoyados ambos formatos por uno de los sellos de referencia que practica el quinteto gasteiztarra, el stoner.
Beats of Olarizu es el título de la mezcla, que rinde de este modo homenaje a la ubicación de los locales de la banda, a los pies del vecino monte vitoriano, en vecindad con los Soziedad Alkoholika. Golpear, sacudir, batir, redoblar, palpitar... Son muchas las acepciones -varias aplicables a lo musical- de esos beats que bautizan este primer disco de Arenna.
¿Y cómo se gesta un disco? "La idea era grabar; primero necesitábamos dinero y después temas", recuerda Javi, bajista del grupo. Tras gestar un par de demos en el local, la banda se puso en contacto con José López, responsable de producciones de bandas en la órbita de Arenna como The Soulbreaker Company o Electric Ryders. Los Estudios K de Iruña registraron el grueso, el telón principal del sonido, y Crab Ediciones sirvió de escenario para concretar voces, solos y percusiones.
"En diciembre dimos por buenas las mezclas", recuerda Txus, cantante. Eran buenas pero, ¿por qué no tentar un poco más al sonido? "Nos pusimos en contacto con Billy Anderson, que se autodenomina el gurú del stoner, a través de su página web", recuerda Javi, "y justo esas dos semanas estaba libre". Si hubiera sido un poco antes o un poco más tarde, las estrellas habrían sido perezosas para el alineamiento. Pero se unieron, y eso aportó otra mezcla potente que incidía un poco más "en el brillo de las guitarras y el empaque", además de confirmar que al gurú le gustaba lo que hace Arenna. Buen pálpito.
Sólo quedaba poner ese dinero acumulado a golpe de bolo y sacar adelante la autoedición, un método clásico hoy en día para publicar trabajos de grupos emergentes que juegan en el campo de los estilos underground. "Pensamos que, por si acaso, por qué no enviarlo a sellos afines... Y un par de ellos nos contestaron", apunta Javi.
Finalmente, el grupo eligió a la firma alemana Nasoni Records. "Al ser un sello internacional era una ventana al mundo", señala Txus, que sonríe al recordar cómo el sello les ofreció -es su política habitual- sacar una edición en vinilo. "Pero teníamos que quitar un tema", añade. ¿Cómo elegir entre los hijos?
Si Internet funcionó para contactar con el gurú del stoner, para conquistar a un sello con presencia mundial... También consiguió transformar un vinilo en dos. "Les enviamos un art work de una artista vietnamita, Khoa Le, y les gustó tanto que decidieron hacerlo doble". Estados Unidos, Alemania Corea... Esta Arenna no es precisamente movediza.
Un sueño hecho realidad es lo que esperan los cinco músicos -Javi, Txus, Guille (batería), Kike y Rober (guitarras)- al final del mes de las lluvias. Y lo importante, la música, ¿por dónde gira actualmente? "Vamos en la misma onda, pero igual nos hemos abierto a un poco más de desfase psicodélico", matiza Javi. "Y hay algún tema más heavy", añade Txus. Les gustan los discos variados, así que en Beats of Olarizu no sólo hay un único sabor. Las canciones se pueden mover desde la onda de formaciones como Colour Haze hasta la de Clutch.
Siguen componiendo partiendo de la jam. Pero pronto airearán un poco el local para comenzar a compartir sus nuevas composiciones y a repartir ejemplares -quinientos en CD, quinientos en vinilo- de su primer trabajo, cuya imagen roba una mística joven que bien podría llamarse Olarizu y habitar cualquier bosque vecino a Gasteiz.
Jony Soulbreaker (voz), Jaime Electric Ryders (teclados) y el propio José López (hammond), además del apoyo a las letras de Cameron Webster, son algunos de las colaboraciones de un trabajo que se presentará el 6 de mayo en Helldorado y el 16 de julio en el Gaztetxe, con intención de tocar Barcelona, Madrid, Valencia y, por qué no, tierras bávaras. Los latidos de Olarizu están cerca. Cinco corazones que se mueven al mismo ritmo.