Vitoria. Veinte años dan para mucho. A Christina Rosenvinge, la protagonista de hoy en el cartel de la sala Jimmy Jazz, le han dado para atravesar todos los bosques de la melodía hasta encontrar su última acepción en una isla. La joven Dolores es su último trabajo, el que propondrá hoy sobre las tablas de la calle Coronación, a las 21.00.
¿De dónde surge ese título, La joven Dolores? Era el nombre del barco que, en los años ochenta, unía las todavía no conquistadas Ibiza y Formentera. Fue en esta última donde Rosenvinge encontró la inspiración para gestar su última colección de canciones, un crisol acústico, frágil -a la par que crudo- e íntimo en el que las mujeres de la mitología clásica y de la Biblia toman las letras, demostrando la vocación conceptual de su trazo.
Hija de danés y británica, la música comenzó pronto a colarse en la vida de Christina, que tras pasar por algunas bandas recala en el dúo Alex&Cristina, con el que se coló en todas las radios con temas como Chas y aparezco a tu lado, todo un hit en la década de los ochenta. Junto al citado Alex de la Nuez llegó incluso a participar en el festival de la OTI, donde quedaron décimos.
Ya en solitario, abriendo los noventa, se vuelca en un pop menos luminoso, más íntimo y pegado a los códigos de la canción de autor. Primero con su banda Los subterráneos, donde Mil pedazos, de su álbum Que me parta un rayo, vuelve a ser habitual del dial. Su repercusión en Latinoamérica sigue siendo notable, y en el festival Viña del Mar se hace con la Antorcha de Plata, mientras sus melodías siguen poco a poco convirtiéndose a un poso más íntimo, casi naïf.
El camino hacia los sonidos más personal e interiores le lleva, en paralelo, al territorio anglosajón, y de la mano de Lee Ranaldo (Sonic Youth) y otros músicos acaba en tierras norteamericanas, componiendo por primera vez en inglés, con discos como Frozen pool.
Ahora, tras una época de experimentación musical, ha vuelto al castellano, sumergiéndose en los mitos femeninos y alcanzando una suerte de sello con el que ha vuelto a llamar la atención de los oyentes y de la crítica, que aplaude las atmósferas que logran sus últimas incursiones. Ella lo resume así. "Me gusta combinar. Cuando hay amor, hay desamor. Mezclar los extremos, lo más oscuro con un punto luminoso, lo más frágil con lo más fuerte. De esos matices estamos hechos todos y a mí me parece que lo más atractivo es tratar de definir eso en cada persona". Más de veinte años para lograr un sello en una profesión, "la mejor del mundo", en la que a buen seguro seguirá volviendo a reinventarse.
Mientras Christina muestra sus composiciones en la Jimmy Jazz, en Gora Taberna (20.30) estará Polaroid, banda donostiarra de rock alternativo. Temper The Blanks (2010) es el primer y autoeditado trabajo -puede descargarse directamente desde myspace- de Jorge (guitarra, voces), Iñigo (guitarra), Odei (bajo) e Iwan (batería).