Bilbao

unos adolescentes con el jersey sobre los hombros, nacidos en el 94 para más señas, esperaban expectantes en la cola semidesierta de Coliseo Zubiarte. "Hemos visto las anteriores de Torrente y queremos echarnos una risas". Insistían en que es una "película de tíos" y que en estas ocasiones especiales con tantas "tías en pelotas" había que adaptarse a la oportuna experiencia del 3D. Durante el día de ayer, se vivió una experiencia intergeneracional interesante: Félix Linares, ataviado por gafas de sol, una gabardina y un sombrerito para la ocasión, esperaba su turno para entrar a la sala de cine rodeado de algunos chavales interesados en disfrutar de la nueva barrabasada de Santiago Segura.

Dos concepciones no tan diferentes de entender la industria del entretenimiento. La noche de..., un efectivo programa de ETB-2, tiende a ensalzar la cultura pop y magnificar las anécdotas de los famosos de la industria de Hollywood. Y los mismos jóvenes que compraron la entrada de Torrente 4 (Crisis letal) argumentaban tras el final de la película que cómo podía costar tanto: 10 millones de euros. Y reprodujeron los nombres de los famosos y algunas anécdotas (la técnica de Peter Pan, los autodefinidos...) que desde ayer pertenecen ya al público fiel de la saga.

película "irregular"

Una apuesta en Facebook

En 2010 Félix Linares lanzó una apuesta a sus seguidores: si antes de finales de año La noche de... alcanzaba 15.000 amigos en Facebook él acudiría a ver Torrente 4 en 3D y en primera fila. Lógicamente, perdió, pues ayer fue uno de los primeros espectadores de Bilbao que vio el filme. "De incógnito", eso sí. "No me apetece nada", afirmaba rabioso ante el gran desfile de famosos, frikies y personajes que interceden durante todo el metraje. De hecho, como un concurso infantil de Pasalabra se tratara, los espectadores más jóvenes no podían evitar lanzar: "Buah, tío, la Belén Estebán";"Qué fuérte, si es el Risto Mejide ese"...

Santiago Segura, director, guionista, actor y productor de Torrente 4, es consciente del poder de seducción y el golpe de efecto que supone la contratación y la aparición de de tantos amiguetes en casi dos horas de duración. Vinieran o no a cuento, a costa de la fluidez del relato, los famosos que tan fácilmente podría identificar cualquier lector de Marca o espectador diario de Sálvame, la película desarrolla un metadiscurso sobre el poder hipnótico y abusivo de la fama como hilo conductor surrealista de una antipelícula. Es decir, Torrente 4 despliega una quijotesca y arrítmica operación de marketing para contentar a los parroquianos sin importarle ralentizar la narración.

En las primeras escenas carcelarias, con una imitación gratuita de Evasión y victoria y un guiño evidente de El Pico 2, de Eloy de la Iglesia, Santiago Segura hace un juego de malabares para justificar las apariciones de John Cobra, el Batu, los jugadores del Real Madrid y compañía. Hay que reconocer la gracia de algunos escasos golpes de efecto bien manufacturados y el escaso éxito del 3D como artilugio tecnológico para seducir a la audiencia. Torrente 4, una película irregular, fragmentaria pero con un protagonista madurado, tiende a superponer la inoconografía popular, postquinqui, esperpéntica y posmoderna (qué gran idea la de doblar la voz de Francisco) en la era de Youtube. Una obra menor, demencial e incoherente que cuenta con algunas buenas interpretaciones (Yon González).