EN la semivacía Aula Fundación Caja Vital, el turno de intervención tiene afán pendular. Pasa de Araceli de la Horra a Lorena Montejo, ambas integrantes del organigrama de Krea, que lo organiza todo. Pasa de Paco Roca a Antonio Altarriba, dos premios nacionales de cómic que dan la pista sobre la temática de la rueda de prensa. Y acaban, finalmente, en el centro de la mesa, en una jovencísima Shukare Otero. La protagonista.

Shukare tiene 16 años. Y en la mañana de ayer abrió su primer libro. No el primero que se lleva a los ojos. El primero que lleva su firma. Bueno, eso si exceptuamos el que elabora constantemente en su cabeza. Porque, vista la precoz calidad de sus viñetas, la variedad de registros que alcanza el lápiz en sus manos, habrá que suscribir la hipótesis que maneja su padrino Antonio Altarriba afirmando que "probablemente piense en imágenes".

Binetetan amets egiten zuen neskatoa es el título de la obra, que abre una nueva senda el certamen que Krea -y antes su impulsora, Caja Vital- dedica al noveno arte desde hace casi treinta ediciones. Seguro que, mientras los micrófonos iban tendiendo hacia sus palabras, ésas que apenas pueblan sus historias, a Shukare ya le estaría emergiendo otra historia entre ceja y ceja. Entre los ejes de la rueda de prensa.

Pregunta obligada. "¿Cómo te sientes?". Shukare se confiesa orgullosa y contenta, claro. "Y casi intimidada entre dos premios nacionales". En cuanto su voz arranca, emergen todas esas palabras que sus personajes cuentan con movimientos, descubriendo a una chica repleta de energías que sigue "en estado de shock" tras ver su trabajo editado. "Hoy he acabado de creérmelo, es una edición que me gusta, muy bonita y sencilla, como las historias, que son simples".

Bueno. Toca disentir. De eso nada. Las piezas con las que esta gasteiztarra, alumna del instituto Koldo Mitxelena, ha ido colándose desde hace tres años en el certamen de cómic no tienen nada de simples. Como mucho, contienen esa simplicidad intencionadamente buscada, esa esencia de lo que sólo puede ser de una forma. "Dibujar siempre me ha encantado", recuerda, pero fue el profesor que se acercó con el folleto del concurso, ése que siempre le veía ilustrando sus explicaciones, el que despertó la senda a la pupila de las viñetas. A la que siempre la ponía en ellas. "Nunca se me habría ocurrido hacer un cómic".

Benditos cruces de caminos. Puede que Shukare nunca hubiera encontrado el vehículo para conducir su talento. Todo estaba ahí, esperando. Su afición al trazo. Su energía. Lecturas más que correctas pululando por la casa. No es casualidad que los personajes de sus piezas rezumen la poesía de la imaginación -siempre en la balanza de la cruda realidad- que conquista a menudo a los del maestro Quino. Ni que su trazo encuentre la cadencia plástica del tándem Calvin&Hobbes de Bill Watterson. Esos cómics estaban en casa. Sitio adecuado. Momento adecuado.

También otros dibujos, los que cultiva sin cesar en infinitos bocetos, se desbordan por su cuarto. Por los folios que abarrotan los cajones, por los bordes de los libros, quizás creando películas que surgen al pasar rápido las páginas. Porque Shukare Otero observa que el cómic "se acerca a veces al cine, pero el hecho de que no lo sea te da margen para jugar". Margen para jugar con los márgenes, con una composición que deshace a su antojo en diferentes planos y juegos estructurales, con simetrías, con manejo del ritmo, de la narración. Por eso defiende el cómic y cree que es necesario "legitimar la habilidad, la manera de ver las cosas" que se esconde en la página.

Paco Roca, que firma a su vez la última guía del cómic de Krea, suscribe la reivindicación, porque el cómic "acumula el saber de muchas disciplinas y para educación es un medio importante". Antonio Altarriba, que ha realizado el prólogo de la publicación de Shukare, apuesta también por hacerle "un hueco en la enseñanza reglada" y se congratula de que "el concurso no se quede ahí y se haga esta primera edición de lanzamiento, el primer escalón de lo que es seguramente una brillante carrera".

Una carrera que ya abren In/Out, In crescendo, Glu o Ez dut ulertzen, algunas de las historias que contiene Binetetan amets egiten zuen neskatoa, reunidas de pasadas ediciones y creadas en el último verano, volcadas en un medio "al alcance de todo el mundo, bonito para experimentar", apunta Shukare.

No hay que alabar su condición de joven, sino su talento. La expresión de Shukare Otero augura un futuro lleno de viñetas. "No me esperaba que esto fuera a llegar tan lejos", confiesa, en la misma sala que por la tarde repartirá los premios del certamen. Premios para todos los que soñaron en el papel y no olvidaron pasar el lápiz por encima.