No le falta iluminación natural a uno de los rincones hosteleros con más trasiego de la Virgen Blanca. Y, sin embargo, las luces de la ilustración han entrado con su jeringuilla de razón, de razones, para envenenar con arte los potes. No es la primera vez. Hace unos cuantos años que el café apuesta por una labor paralela como galería. Y, esta vez, 7 meses, siete futuros, es el leit motiv.

Ya son cuatro las temporadas que Ricardo San Segundo ejerce como comisario de la apuesta expositiva del Dublín, espacio acostumbrado a conciertos y pinchadas, parada habitual de artistas de todos los géneros. No es la primera ni la última barra que se deja seducir por una muestra, pero Ricardo San Segundo matiza el proyecto con respecto a otros. "No sólo es un sitio donde se cuelgan cuadros, sino donde se trata al artista como creador; lugares donde se exponen cosas hay muchos, lo que no ocurre es que se trate así al artista".

En esta ocasión, más que nunca, se ha buscado al artista. Se le ha hecho emerger a golpe de reclamo. A través de anuncios, estudiantes de Bellas Artes -ha coincidido que todos han respondido desde la facultad de Leioa- han sido llamados a la nueva iniciativa, a la nueva serie del Dublín, cuyo objetivo consiste en ofrecer a estudiantes alaveses la posibilidad de mostrar su obra, "la primera posibilidad de que exponga obra al público".

Es, efectivamente, la primera ocasión en que Josean Morlesín se encuentra con su obra cara a cara en un espacio expositivo. Piezas realizadas para Geu, para Replika y para los espectáculos -proyectadas- de Marina Cedro componen la decena de trabajos que cuelgan del local, todas ellas ilustraciones -acompañadas de textos-, excepto un cómic.

Esta suerte de "miniretrospectiva" de Morlesín, que se encuentra en pleno doctorado, "se basa en la trayectoria, en lo que he hecho hasta ahora", pero no es la única posibilidad que ofrece 7 meses, siete futuros. Durante cuatro semanas, cada uno de los estudiantes alaveses podrá mostrar "obras ya hechas u obras creadas específicamente para la exposición".

Los habituales del Dublín ya saben que esto no es cosa de ayer. Desde hace tiempo, el local se sumerge en esta experiencia paralela de la mano de San Segundo, que recuerda algunas de las propuestas que ya han pasado por el día a día de cortados y zuritos. Vuelve a su cabeza, por ejemplo, la muestra Miedos culturales, fobias sociales, que enfocaba la perspectiva ciudadana de la coyuntura actual. Vuelve Hecho a mano, donde el dibujo -"técnica en general abandonada"- reclamaba la atención del cliente/público con sus diferentes perspectivas sobre el trazo.

No todos los que entran a coger fuerzas con un pintxo se percatan de la existencia de las obras. Para muchos cruzan su encuadre como meros elementos estéticos. Sin embargo, también hay asiduos que se paran por unos instantes a disfrutar de cada exposición. Las ha habido de muchas formas y colores. También ésta última se abre a lo multidisciplinar. "La idea es que estos estudiantes alaveses tengan un sitio para exponer, no importa lo que expongan; por aquí han pasado fotografía, dibujo, instalación, soporte electrónico...".

El espacio limita, claro. Pero el creador siempre ha debido adaptarse al contenedor de sus obras en la misma medida que al soporte de las mismas. Las obras de Morlesín cuelgan en lo alto de las cristaleras. Luz natural más luces de la ilustración "unidas siempre a textos, porque suelo incidir siempre en la dimensión más retórica de la imagen", explica el joven artista, cuyo proceso conceptual de combinación entre palabra e imagen nace siempre in itinere. Gallina y huevo surgen, digamos, a la par.

Seis artistas seguirán los pasos de Josean hasta verano. Aún queda alguna plaza en el aire. Las condiciones, ya saben, ser estudiante de arte. Y alavés. En Leioa o Roma. "Si tienes un nombre famoso no tienes problema; si eres estudiante es difícil exponer", sentencia Ricardo San Segundo. "Es un privilegio poder exponer aquí, en un lugar tan céntrico", añade Josean Morlesín, inmerso en un doctorado sobre diseño editorial. Eso no le hace perder el tiempo que le queda. Escucha propuestas y él mismo propone. En el arte, más que en muchas otras profesiones, hay que buscarse la vida. Moverse. Hacer. Esperar a la ayuda de turno puede ser el mayor error. Aunque el café ilustrado tendrá hasta agosto siete becados.