Hernani. Es martes en Chillida Leku, jornada de descanso semanal en el museo, y varios coches se concentran durante varios minutos en la entrada hasta que sus ocupantes averiguan que el viaje ha sido en vano. El viernes el museo cierra sus puertas definitivamente y muchos visitantes han apurado hasta los últimos días para visitar el bosque de esculturas que soñó Eduardo Chillida para que una parte representativa de su obra descansara en su país.
¿Qué sensación le quedan de estos diez años?
Lo que más me viene a la cabeza es aita, la ilusión y el esfuerzo que puso durante tantos años al final de su vida en este proyecto y el deseo de que llegue a buen término. Seguimos trabajando para ello. En lo que tenemos interés, sobre todo, es en el futuro del museo, que continúe para siempre. Somos una familia grande, ocho hermanos, y nos cuesta mucho dinero tenerla abierta al público una infraestructura como esta, que está dando un servicio social y cultural al país. Tenemos que llegar a soluciones y acabarán llegando. Pero mientras eso se siga retrasando no podemos continuar con la actividad como si no pasase nada.
¿Cuando se dieron cuenta de que no podrían mantenerlo?
Ha sido un coste tremendo siempre. Durante mucho tiempo, mientras se hizo el museo y los primeros años de funcionamiento, ese coste lo asumía mi padre, generaba un trabajo y se podía permitir ese gasto. Después esa carga recayó sobre nosotros, vas aguantando pero te vas dando cuenta de que no lo puedes mantener para siempre. Incluso antes de abrirse el museo al público, tanto mi padre como mi madre eran conscientes de que era muy difícil que esto lo pudiésemos mantener. Y que nos pueda trascender. Llevamos mucho tiempo luchando, en unas conversaciones serias con las instituciones para buscar un futuro. Y durante ese tiempo sigues generando ese déficit, no podemos seguir así. Me cuesta trabajar aquí cuatro veces más de lo que cobro. No tiene sentido mantenerlo como un museo privado. Hemos hecho ese esfuerzo y lo que queremos es que a futuro ese esfuerzo se haga institucionalmente. Se pueden buscar otras vías de financiación y estamos abiertos a las posibilidades que sean, lo que nos importa es el futuro del museo.
Se ha estipulado un déficit de 500.000 euros anuales. ¿Cuánto habría que invertir para garantizar la sostenibilidad?
Esos son números actuales, de la crisis. Normalmente no habían sido esas cantidades, pero no me gusta hablar de cifras, sino de proyectos y del valor de cosas, el valor intrínseco de un museo hecho por el propio artista. Ese esfuerzo que para una familia es muy grande, para un país no es un esfuerzo tan grande. Es una locura para una familia, pero no creo que sea una locura para un país mantener un museo como este.
¿Se reabrirá el museo en primavera?
Siempre he sido optimista y creo que acabaremos llegando un acuerdo, porque por todas las partes hay un interés en alcanzarlo. En lo que soy más pesimista es en los plazos. Lo llevo viviendo muchos años y los plazos son muy lentos. Las cosas no avanzan y no ves una velocidad. Cuando empezamos, nuestro abogado era Rodrigo Uría decía que era un acuerdo al que había que llegar en tres o seis meses. Estábamos hablando de 2006. En los plazos no soy optimista, en las intenciones, sí. Somos conscientes de que el momento es malo para todos.
¿Desde cuando negocian con las instituciones?
Cuando se hace un museo tiene una institución detrás o una entidad como Kutxa, que tiene una entrada de dinero y lo recicla en esa instalación. Pero en nuestra familia la entrada de dinero ha sido comerciar con el arte, y si tienes las obras aquí paradas dejas de tener entrada de dinero y, además, te genera un gasto. Mantener eso a futuro es imposible, para otras generaciones. Hemos sido conscientes de ello t hemos hablado desde siempre con las instituciones para buscar un futuro adecuado y digno para el museo. No estamos hablando de la administración actual, sino de todas las administraciones.
¿Cuál es el principal escollo? ¿Por qué se ha alargado tanto?
Porque no existía ninguna prisa. Mientras nosotros lo manteníamos ellos no tenían ninguna prisa por avanzar. Y las conversaciones se retrasan.
¿El anuncio del cierre ha acelerado las conversaciones? ¿Ve ahora el acuerdo más posible?
Está como siempre, pero ahora de alguna manera sí se ve que se tiene que tomar una decisión y que no se puede seguir posponiendo y posponiendo y posponiendo, porque se acaba con la paciencia de cualquiera. No quiero buscar ningún enfrentamiento, los principales responsables de que este museo sea como es somos nosotros mismos. Lo quisieron hacer así mis padres, nosotros lo hemos querido mantener. Pero también lo podemos plantear como que hemos hecho un regalo por tenerlo abierto al público durante diez años. Pero para toda la vida... Creo que la gente que lo vea de esa manera lo entenderá. Ha sido un esfuerzo muy grande mantenerlo abierto, quizá sea utópico. Aita hablaba de que Chillida Leku podía ser una utopía. Desgraciadamente las utopías a veces se convierten en realidad y otras se quedan en eso.
¿En qué tiene claro la familia que no va a ceder?
Aita no se merece que este museo lo fuésemos convirtiendo en otra cosa. Por ejemplo, no hay ningún museo serio que abra de vez en cuando, los fines de semana o solo unos meses al año. Pasaría a ser otra cosa que no se merece aita ni la obra. Genera un valor a nuestro país, hay gente que el motivo de su viaje es ver Chillida Leku. Tenemos ofertas de todo el mundo, de museos que estarían encantados de tener su obra en su poder. ¿Y cómo sería más conocida la obra de nuestro padre? ¿Haciendo que la gente venga a verla o llevándola a museos de todo el mundo?
A Chillida Leku le puede pasar como a muchos museos de exposición permanente, que la gente los visita una vez y no vuelve. ¿Es algo que se quiere cambiar ahora?
La inmensa mayoría del público repite, los que vienen sólo una vez son los menos. También hay muchísima gente que no ha venido nunca. Pero es algo que tiene que ver con los museos. La gente que menos va al Prado es de Madrid, al Macba los de Barcelona, y en cambio todos los turistas los visitan. Ningún museo está sustentado por el público local. Nos sorprendería el número de vascos que va al Guggenheim, creo que son muchísimo menos que los de fuera. ¿Hay que tratar la forma de ser del museo para que se convierta en uno al que los autóctonos un montón veces? En estos diez años hemos infinidad de actividades con todo tipo de artistas, que han atraído muchísimo público y ha habido gente que ha venido por primera vez y luego ha vuelto. Hay cosas que se pueden hacer, pero lo que no concebiría es el museo lleno de esculturas de otro artista. Entonces no sería Chillida Leku, sería otra cosa. Tiene que haber un cierto respeto por lo que hay y también una posibilidad de abrir un nuevo camino. Sin ir más lejos, la Fundación Miró de Barcelona. Tiene la obra de Miró y una parte dedicada a una exposición temporal de un artista de reconocido prestigio durante tres meses al año.
¿El museo estaría abierto a exponer obras de otros artistas si no se mezclan con las de Chillida?
Creemos que precisamente lo que le da de valor es que son solo obras suyas. Puede hacerse un edificio discreto, con una sala de exposiciones temporales, podría ser. Hay que pensar en el futuro pero es difícil, el propio caserío (Zabalaga) es una obra de arte. No está pensado para poner cuadros. Lo que primó para él era hacer la obra como quería en vez de favorecer las condiciones de temperatura o humedad. En la diferencia está su valor. El hecho de que se hagan cosas nuevas no le va a hacer ganar más valor, creo que le va a hacer perder el que tiene. Estamos abiertos a hacer cosas pero habrá una serie de condiciones por nuestra parte, porque todo lo que se haga en este museo va ir bajo el paraguas del nombre de Chillida y tampoco puedes permitir que se haga cualquier cosa, que se desvirtúe. Tenemos que tener un cierto control y también la obligación de no hacer algo la ligera. No veo el museo como unas esculturas, un caserío, un terreno, sino un todo.
Pero, por ejemplo, la propuesta de edificar otro centro, sería también a largo plazo. ¿Existe alguna propuesta sobre la mesa que pueda procurar una inyección económica, una solución instantánea?
Antes de nada, hay que llegar a unos acuerdos.
¿Cómo ven la posibilidad de que el Gobierno Vasco o la Diputación formen parte de la Fundación?
Nosotros estamos dispuestos a llegar a acuerdos en todos los sentidos. El propio termino negociación no me gusta, porque yo no veo aquí que haya un enfrentamiento, se trata de buscar un acuerdo.
Aralar pedía ayer al Gobierno Vasco que garantice la viabilidad del museo, pero exigía que si hay inversión de dinero público, el Ejecutivo participe de la propiedad y la gestión.
Nos parece bien la gestión pública o semipública, o que la propiedad pase a ser pública. Patrimonio vasco: me parecería maravilloso. Pero que sea coherente con lo que se ha estado haciendo los últimos 30 años, es lo que realmente nos importa. El déficit que genera este museo está por debajo del que generan muchos museos que tienen menos repercusión que este. El problema es que al ser privado no puedes recibir esas ayudas. Si tienes que pasar a que el museo y la colección sea públicos, ahí si tendríamos que llegar a unos acuerdos para ver en qué condiciones. Se podrán hacer cosas pero siempre con consenso.
Aceptarían que fuera propiedad pública si se les asegura que no se desvirtuará la filosofía del museo.
Hay que buscar el valor intrínseco del museo que defendemos y con el que estamos comprometidos. Si hubiésemos querido hacer de este museo un negocio podríamos haber celebrado bodas, que nos han llamado 80.000 veces, podríamos haber vendido en la tienda esculturas pequeñitas. Se venderían como churros pero bajaría aita y nos daría un... No las hemos hecho jamás y lo que no queremos es que si este museo pasa a ser público se hagan las cosas que nosotros no hemos hecho, costándonos a nosotros dinero no hacerlas. En nuestro caso hay algo que está por encima del dinero.
¿Su padre compartiría esta postura?
Sería mucho más inflexible, y si mi madre estuviera en condiciones también sería mucho más inflexible de lo que estamos siendo los hijos, sin duda.
¿Se han planteado recurrir al mecenazgo privado en lugar del público?
Si estás planteándote un futuro a largo plazo, con entidades privadas es muy difícil. Puedes llegar a un acuerdo de cuatro o cinco años, pero esas empresas pueden cambiar o variar sus objetivos. Podría ser un apoyo a la gestión, pero después de haber alcanzado a un acuerdo con las instituciones, como ocurre con el Guggenheim, el Bellas Artes de Bilbao o el Artium con sus patronos. Es una posibilidad que no hemos estudiado y hemos preferido mantenerlo a nuestra costa. No le ha costado a nadie más que a nosotros.
¿Qué piensa cuando un chatarrero compra un "chillida" por 30 euros?
En este país quién es la persona más conocida ¿Belén Esteban? Pero también hay gente que lo aprecia mucho. Por eso no creo que este museo deba ser algo masificado. Tiene un tipo de público interesado, que disfruta. No es el tipo museo al que va un público masivo.
Si no se llegase a un acuerdo, ¿la obra de Chillida se dispersaría?
Sí. La obra es de cada heredero, y lo llevarías a un museo u otro, o lo dejarías aquí para verla mientras paseas... Esperemos que nunca tenga que llegar, que esto sea un lapsus y que (el museo) vuelva y que mejore. Ahora, si el museo obtiene una posibilidad de financiación podrá hacer actividades que nosotros no hemos podido hacer.
Con la crisis, muchas personas reclaman que lo prioritario sea lo social, las personas que no tienen trabajo o casa, y no salvar infraestructuras culturales.
Entiendo que hay gente que lo está pasando muy mal y que necesita también ayudas. Te llega a hacer pensar que desgraciadamente el hecho de que fuera un artista con un prestigio muy grande es un inconveniente. Al final en vez de ser un valor añadido se convierte en inconveniente porque la obra tiene un valor enorme, y estamos dispuestos a ser muy generosos pero también hay que mirar al futuro y cada uno de nosotros tenemos que pensar en nuestros hijos, nuestros nietos y nuestras familias. Generalmente el mundo de la cultura cuando alguien regala algo se valora muy poco. Mi padre ha regalado muchísimas cosas. Las obras que están ubicadas en San Sebastián han sido regalos suyos. En otros sitios, en cambio, han hecho un esfuerzo por tener algo y lo valoran mucho más.
Por otro lado, se han hecho públicos muchos manifiestos, sobre todo de artistas, que han pedido que Chillida Leku continúe.
Nos sentimos muy arropados, pero también nos da pena por mucha gente, por los niños de los colegios que vienen aquí, y sin darse cuenta, hablan de arte entre ellos y llegan a casa y hablan de arte con sus padres. Da mucha pena tomar la decisión que hemos tomado. Desgraciadamente en esta vida hay que tomar decisiones que te entristecen, pero esperemos que sea para bien, para asegurar el futuro del museo para que lo conozcan las futuras generaciones. El balance es muy positivo, si no ha podido ser para siempre, mientras ha sido hemos tratado de que sea lo mejor posible. Nadie nos podrá echar en cara que no hemos hecho lo que hemos podido por este museo, pero desgraciadamente eso tiene un coste y el futuro del museo no puede depender de nosotros porque es imposible. No tenemos los medios para mantener este museo como se merece.