Dos escultores coetáneos, referentes de la plástica vasca e internacional. Cada uno con su lenguaje pero con una base sociocultural común, Oteiza y Chillida, aunque ya no están físicamente entre nosotros, continúan dialogando con el público -y entre ellos- a través de sus obras, contenidas en dos museos de autor que, por desgracia, no llevan vidas paralelas en estos tiempos difíciles.
El Chillida-Leku anunciaba su cierre temporal por déficit económico a partir del próximo 1 de enero. "La crisis ha hecho insostenible la situación del museo desde la perspectiva de una iniciativa privada", asegura la familia Chillida, que gestiona el centro. Un hecho triste que llega precisamente en el año en que el museo guipuzcoano cumple su décimo aniversario, pero para el que todavía cabe esperanza, si se da con una solución digna y adecuada que evite el cierre definitivo. Mientras, la familia busca desahogo económico con sus propias medidas. Precisamente ayer se hacía público que ha puesto a la venta, por primera vez desde que falleciera Eduardo Chillida, en agosto de 2002, una selección de obras del escultor, en concreto doce piezas monumentales concebidas para ser expuestas en exteriores, de cuya comercialización se encargará la casa de subastas Sotheby"s.
La sola posibilidad de que se produzca el cierre definitivo de Chillida-Leku inquieta, no sólo porque supondría la ausencia del lugar soñado por el artista para su obra, para que ésta esté en permanente contacto con el público y el espacio abierto a la naturaleza; sino ante todo porque supondría una pérdida para los amantes de la cultura y del arte. Para todos los escultores. Para Oteiza.
La amenaza que se cierne sobre Chillida-Leku nos obliga inevitablemente a mirar aquí cerca, a nuestro alrededor, donde habita el legado del oriotarra, para no imaginar nunca una situación similar para su museo, y para mirar desde él hacia Hernani con solidaridad y esperanza. De artista a artista. Desde un museo que sobrevive gracias a la financiación pública a otro que se ahoga por la imposibilidad de mantenerse a flote desde la gestión privada.
El museo de Alzuza también es una fundación privada, pero está financiado por el Gobierno foral. Antes de morir, en el año 2003, Oteiza donó su legado al pueblo de Navarra, y aquí permanece tras haber pasado por diversas etapas -unas más difíciles y polémicas que otras-, dialogando con las nuevas generaciones. La Fundación Museo está formada por un patronato donde hay tanto representación institucional como miembros que fueron escogidos en su día para tal fin por el propio escultor guipuzcoano. Y ahí, en Alzuza, en el interior de ese hermoso edificio que sobrevive a la crisis -aunque acusa los recortes de presupuesto año tras año- y desde el que se ve el mundo, también vive Eduardo Chillida, un artista muy presente en muchas de las exposiciones que organiza la Fundación Oteiza. Y muy presente también en los visitantes que se acercan a ella.
En este puente festivo, muchos han sido los que han querido recorrer el legado del escultor de Orio. Y todavía más los que se han acercado al de Chillida, que está registrando una afluencia masiva estos días. "Nunca ha estado así el museo, las visitas se están doblando y en la tienda es imposible entrar de la cantidad de gente que entra y sale, y que compra. Está a tope", aseguraba ayer a este periódico una guía del Chillida-Leku. En la Fundación Oteiza, el pasado fin de semana se contabilizaron 196 visitantes (entre sábado y domingo), la mayoría navarros pero también catalanes, madrileños, guipuzcoanos y vizcaínos -por este orden-. Ayer, día de puente para muchos, también se animaron las visitas en Alzuza. El navarro pero residente en Bilbao Marcos Olza se acercó en familia a visitar por primera vez el museo, "por si acaso le pasa lo que al de Chillida, para verlo antes", decía medio en broma medio en serio. También visitaban la obra de Oteiza los guipuzcoanos Jose Ángel Iturbe y Maitane Maté, que se acercaron con su hija desde Mondragón. "Yo ya es la tercera vez que vengo, y ellas -por su mujer e hija- la primera", contaba Iturbe, quien destaca del museo "lo primero el edificio, que es una maravilla, un paisaje en sí mismo. Y por supuesto la obra de Oteiza".
Respecto al cierre del Chillida-Leku, museo que también conocen, Iturbe y Maté aseguran que "es una noticia negativa para San Sebastián y para Gipuzkoa en general, donde Chillida es un emblema y uno de nuestros activos culturales más importantes". "Es escandaloso que a la Real Sociedad le den dos millones de euros y el Chillida-Leku no tenga apoyo de las instituciones...", se quejaba Maitane Maté. En otra de sala del Museo de Alzuza, una pareja de jóvenes guipuzcoanos se detenía ayer ante varias de las esculturas de Oteiza. "Es la primera vez que venimos, habíamos leído sobre la obra de Oteiza y nos está gustando mucho, el museo está muy bien explicado por etapas", contaban. Sobre la encrucijada por la que atraviesa el Chillida-Leku, donde dicen haber estado un par de veces, opinan que "habría que buscar fórmulas para que la gente vaya a visitarlo más de una vez, quizá haciendo exposiciones más a menudo, publicitándolo más... A nosotros que vivimos allá no nos llegan noticias de que haya dinamismo en el museo, y entonces lo que pasa es que la gente va una vez y ya está, ya lo ha visto y ya no vuelve".