pamplona. Su película ha conmovido en la Seminci...

Fue muy emocionante, no se movió nadie de las butacas hasta que terminaron los títulos de crédito. El público salió conmovido y las impresiones son fantásticas en cuanto a cómo está contada la historia, el ritmo que tiene... Sabía del riesgo que había de que se fuesen de la historia, pero ahí se quedaron todos como un clavo. Asun, la madre de Nagore, estuvo viéndola de nuevo, para ellos siempre es duro... Al final nos dimos un gran abrazo, todo fue muy bien. Y para mí es un honor haber estrenado en la Seminci y a concurso.

El estreno ha cobrado aún más actualidad con la revisión del caso...

Sí, parece que tengo un especial acierto para elegir temas con debate social. Ya me pasó en el estreno de Yoyes, luego en Extranjeras con la cuestión de la inmigración y en La buena nueva con la memoria histórica. Ahora coincide con Nagore y en este caso la repercusión mediática viene dada por una buena noticia, que da mucha esperanza. Parece que está preparado por los hados... La decisión del Tribunal de readmitir el recurso nos ha hecho ir con mucha más alegría al estreno.

¿Qué supone esta película para los familiares de Nagore?

Para ellos la existencia de este documental supone un refrendo a su acción. Han estado siempre pidiendo justicia para Nagore y que no se olvide el caso. De hecho, el mayor objetivo de Asun Casasola es que no se olvide y que el caso de su hija sirva para que no se produzcan otras muertes así. Y eso es de una generosidad tan grande que me emocionó desde el momento en que estuve con ella antes de empezar el proyecto. De entrada me abrió las puertas para cualquier cosa que quisiera hacer, una libertad total. Y con esa libertad, le dije desde el principio que no haría una película para que le gustara a ella, a Asun, ni a su familia, sino una película que cuente la historia.

¿Y qué les parece el resultado?

Están contentos. Fueron los primeros en ver el documental. Hicimos una proyección privada en su casa, sabiendo que para ellos esta historia es un dolor permanente y que no pueden verla como la verían otras personas ajenas al hecho, pero están contentos con el resultado.

Se han implicado mucho...

Sí, además de los testimonios de Asun, que son muy importantes, destaca la presencia de Javier, el hermano de Nagore, quien protagoniza una parte muy emotiva. Ha sido estupendo porque en el proyecto ha participado todo el mundo, desde el fiscal hasta los abogados, hemos podido rodar en el Palacio de Justicia... se han abierto las puertas.

¿Siente que ha hecho la película que quería hacer?

Sí, la que quería y la que sentía que debía hacer. Yo hago cine pensando en los espectadores, me gusta que mis películas lleguen al corazón, emocionen, y si pueden hacer reflexionar, mejor. En este caso he pretendido construir una historia dura, eso es inevitable, pero que sea vista con interés, que no decaiga, aunque el caso sea conocido por muchos. Que abra preguntas y sobre todo que permita acceder a todo el proceso desde el principio, desde la aparición del cadáver esa noche trágica del 7 de julio hasta el final con la sentencia y la frustración que generó en la sociedad. En toda la película están bailando en paralelo dos líneas narrativas que se van reforzando la una a la otra, por una parte la afectivo-familiar y por otra la policiaco-judicial. Quiero que el espectador tenga a su disposición los datos, los argumentos de todas las partes y las pruebas para que participe en la visión de Nagore. Es como expandir el jurado popular, que fue de once personas; pues que ahora lo sean todas las que vayan a ver la película, y que así el veredicto sea también popular. He hecho esta película siempre pensando que los espectadores son seres que tienen inteligencia y capacidad para determinar las cosas.

A cualquiera nos puede tocar ser jurado popular...

Claro, y no creo que tengamos por ahora una formación adecuada, sobre todo para casos tan complejos como el de Nagore. No vamos a negar que es un avance social que exista el jurado popular, pero hay casos como éste en los que igual no es la fórmula más adecuada. De alguna manera con el documental se puede hacer un ejercicio de previsión, por si nos vemos en esa situación.

La imagen elegida para el cartel del documental es impactante...

Claro, tengo un material que no ha existido nunca, también es otra de las cosas que me estimuló en la parte de cineasta. El tener acceso a todas las imágenes, por las nuevas tecnologías, lo mismo que ha tenido la investigación acceso a las cámaras de seguridad y a la reconstrucción de los hechos; el hecho de que el propio juez determinase que se grababa y se entregaba a los medios... es una maravilla, y un trabajo que ni te cuento. La de horas que ha habido que meter para depurar sólo los cuatro temas que estaban en litigio...

Como realizadora, ¿hay que tener una especial delicadeza a la hora de tratar temas que, como éste, han llegado tanto al debate social?

Hombre, yo creo que eso se tiene o no se tiene. Pero sí que la primera autocensura, muy buena, es no haber hecho ficción ahora, era demasiado pronto. La elección del género, el haber hecho una película documental, ya le propone al cineasta directamente un menor peligro de irse por los territorios más morbosos. Por eso elegí este género. Y luego supongo que una se va construyendo como cineasta y tiene más sensibilidad conforme va pasando el tiempo... Pero eso lo tendrá que decir el público, si realmente he conseguido lo que pretendía, mostrar esa historia para que el debate se amplíe a toda la sociedad en profundidad.

¿De alguna manera quiere dar una visión más justa, haciendo lo que los medios de comunicación no pueden por el ritmo al que trabajan?

Exacto, yo creo que es bueno que se tenga hora y media para pensar a fondo en el caso Nagore, y en general en un tema tan terrible como es la violencia de género. Si es algo que tiene que permanecer como memoria, eso ya al cineasta le obliga a poner ese material en orden, a hacer una selección, a rodar las partes que más van a ayudar a completar la historia. Es bueno tener tiempo para plantearse por qué pueden pasar casos tan escandalosos como éste, porque son dos jóvenes de entornos universitarios, o sea que no hay familias desestructuradas... Hay que estar en un estado de alerta y reforzar mucho todos los códigos educativos y culturales para evitar que se produzcan estos casos. Todavía existen estereotipos muy peligrosos, como que a las chicas jóvenes el hecho de que su novio sea celoso les parezca una muestra de amor mayor.