Muchos creen que Banksy fue el primero en poner el dedo en la llaga, pero lo cierto es que los hubo autóctonos antes. Y en Loiola. El anónimo artista que eligió este barrio para ilustrar con spray el cemento del renovado paseo del Urumea afirma que su plantilla la puso uno o dos días antes que el británico.

Euskadi sirve los últimos años de caldo de cultivo de generaciones de artistas underground. Y los grafitis, a su vez, su más imperiosa llamada de atención social. La contracultura ha ido tintando de mensajes paredes de muchos municipios vascos que, en los últimos meses, han centrado su atención en las polémicas obras de la capital guipuzcoana.

"Me pareció gracioso hacer un grafiti justo antes de que se presentara la película de Banksy y, casualidad, durante esos mismos días apareció el otro", explica el artista. Exit through the gift shop fue el documental que durante el Zinemaldia narraba las aventuras de la vida de los amantes del street art que, junto con el descubrimiento de una nueva pintada en plena Parte Vieja, desataron la polémica. La permisibilidad del Ayuntamiento en cuanto a esta creación y la persecución contra el resto puso en marcha un aluvión de críticas contra el Consistorio.

"Yo no me lo podía creer. Es ridículo que Banksy presente su película y pongan, de repente, paneles para hacer grafitis. No me parece bien que sólo se deje actuar a los artistas porque se presente una película", critica el autor. Y como él, varias pintadas que criticaron in situ lo sucedido, acabaron por emborronar la creación original. El artífice donostiarra asegura que el hecho de que el nombre de Banksy vaya por delante puede levantar envidias y propiciar el desastre, aunque, personalmente, opine que, en este caso, la obra no es del grafitero londinense.

"Este tipo de creación es efímera. Se hace sabiendo que va a desaparecer. No es para tanto", asegura y reconoce que "lo más importante es hacer reflexionar a la persona que lo ve, independientemente de quién lo haga". Y parece que, en lo de meditar, ha logrado su objetivo con el Ayuntamiento porque, de momento, su obra sigue ahí: "Aunque puede ser que el mío no lo haya visto tanta gente y, por eso, no haya dado tanto que hablar".

El artista reconoce que la inspiración llegó tras contemplar la portada de éste periódico el pasado 10 de julio: "Vi en NOTICIAS DE GIPUZKOA la foto de cuando se presentó candidatura Odón y me pareció muy curioso que llevará el paquete". El peso de la cultura es un grafiti donde, según sus propias palabras, de lo que se trata es de que los donostiarras consideren cuál es el actual aspecto cultural de Donostia y si es merecedora o no del título de Capital Cultural Europea: "Considero que la ciudad está un poco muerta en ese ámbito. No me meto con el personaje. Él lleva el peso porque es el representante. Me meto con la actitud general de la ciudad, porque estamos apagados", aunque admite que el hecho de oír al concejal de Cultura, Denis Itxaso, reconociendo que la actuación en el ámbito urbano sea arte es "un gran paso".