EDUARD Punset llega el primero. Es unadelantado a su tiempo. Cruza la alfombra naranja y se pierde entre bambalinas. Por algo será. Eduard Punset se ha subido a muchos escenarios para divulgar, para compartir sus conocimientos, esa devoción suya que fomenta aficiones. Pero ningún escenario como éste, aunque también sea un animal -perdón, un homínido- televisivo.

San Prudencio vuelve a hervir. Los fans han tomado posiciones frente al Principal. El campeonato del mundo televisivo sigue su curso. Andoni Agirregomezkorta se une a la fiesta, repitiendo visita al FesTVal, levantando algunos aullidos entre los cazaautógrafos. Junto a él, pasa una chica rubia. Nadie le grita. "Oye, que esa es famosa, comenta un periodista". Y es que precisamente de eso va la tarde.

Punset ya ha tomado asiento en su butaca. Ha dejado atrás la prueba de conocimiento. En eso se resume todo. En saber. La alfombra, lejos de igualar, separa a quienes la cruzan. Sus papilas gustativas los retienen o los dejan resbalar. Los ácidos gástricos de los gritos consiguen parar a los más conocidos, a los más famosos, a los más regurgitados por la pequeña pantalla.

Ana Risueño, por ejemplo. Una gran actriz. Pero apenas ha participado en series televisivas. Está en Gran reserva, que ayer se presentaba en Vitoria. Recorre la pasarela con facilidad. Con los intérpretes de Tierra de lobos pasaría tres cuartos de lo mismo si no hubieran traspasado la otra alfombra, la de los cines Guridi, hace unos días.

Se las ha visto con los dramas sociales más conflictivos, con las guerras más atroces. Pero nunca estuvo tan apurado como ayer. Jon Sistiaga se introduce en el fuego cruzado de los objetivos y trata de discernir si los alaridos son de fogueo. Le para la periodista de Sé lo que hicísteis y, ante la cámara, parece sentirse un poco más seguro, vieja conocida. Respira.

En 21 minutos -más o menos- cruza el túnel la presentadora de 21 días. Samanta Villar derrocha sonrisas. Es su segunda vez en el FesTVal. Se presta incluso a una autoparodia con un canal local. Los gritos la epatan. Llega el primero de los miuras. Es Yon González, de El internado. No se pueden reproducir los gritos en papel.

Txema Blasco sufre el efecto Ana Risueño. Dan ganas de gritar al público y señalarle: "¡Es Txema Blasco, por Dios!". Ya se sabe, lo cercano no se valora igual. A Txema podemos verle cada día por la calle, por esa misma calle San Prudencio, pero sin pasarela. El virus se extiende y afecta a Josep María Mainat. Ni el nombre de un premio ni el ser un gerifalte de los medios te otorga la atención del público.

Wyoming sí, claro. Wyoming llega, sobre todo a los más maduros. Firma poco, pero bien, compartiendo algunas palabras con cada rúbrica. De elegante pajarita, Julia Otero se deshace en atenciones con los fans, a un ritmo 3x4, mientras se prepara para recibir premio.

Endogamia, paradoja, serendipia... Un grupo de niñas comienza a pedir un autógrafo... ¡a la presentadora de Sé lo que hicísteis. De repente, no es una currela más, es Cristina Pedroche, carne de fama, antes de ser raptada, cual sabina, por Alex García, de Tierra de lobos. Acaba abanicándose del calentón.

No sabría a qué se dedica cada espectador, pero Antonio Garrido derrocha Identity con los fans. Marta Torné camina a su vera. Son una suerte de pajes para uno de los grandes de la noche, Jesús Vázquez, dispuesto también a llevarse un Mainat, caminando al alimón con Ana Fernández, de Los protegidos.

Parecía ser el último de la tarde. Pero aún queda una faena. La lidia otro voluntarioso, José Mota, que se rinde a cualquier grito. Le regalan un sombrero y se convierte en Michael Jackson. Y poco después se ríe al descubrir a un niño con un palo en la mano y un pañuelo en la cabeza. Para El Tío de la Vara 2, reza el autógrafo. "Soy superfan", asegura Alejandro. "Yo quería ir de La Blasa, pero no tenía un vestido negro", asegura su hermana.

Los toros mediáticos han llegado a la plaza. El concurso de conocimiento catódico ha terminado. Comienza la gala, con sus sketchs, con sus premios. Un teatro rendido a la televisión. Hay dos Punset en el Principal. ¿Se hablará de los vericuetos morales y biológicos de la clonación? No. Son el de verdad y Xabier Deltell disfrazado. Pero ambos saben que el humor siempre es un adelantado a su tiempo.