MANILA. La integridad de algunos edificios del corazón colonial de Manila peligra debido a las decenas de bombas de la II Guerra Mundial que permanecen enterradas sin explotar en la zona más de sesenta años después.

El hecho está afectando a las obras de reconstrucción del antiguo ayuntamiento de Intramuros frente a la catedral más famosa de la capital, que han tenido que ser interrumpidas varias veces por el hallazgo de estos artefactos.

"El riesgo de que exploten siempre existe, el daño al edificio depende de si afecta a uno de los pilares o no. Si no golpea a los pilares, quedará dañado pero no estará en peligro", explica a Efe Jojo Capacete, jefe de operaciones en Manila de Bactec, una empresa especialista en desactivación de explosivos.

Pese a que se han hallado centenares de bombas desde que terminó la II Guerra Mundial, Bactec calcula que cerca de un millar quedan ocultas en el área metropolitana de la ciudad.

"Por suerte apenas han ocurrido incidentes, sólo recuerdo uno importante en Intramuros hace más de 30 años, cuando hubo varios heridos por una de esas bombas", recuerda Capacete.

Bactec es una empresa privada que colabora con la división especial de artificieros de la Policía de Manila, que se encarga de recoger los artefactos y entregárselos para que los desactive la compañía.

"Primero las traemos aquí y cuando tenemos una buena cantidad las detonamos todas juntas para que queden desactivadas", afirma Capacete ante un bidón repleto de bombas oxidadas de 40 centímetros de longitud a la entrada de la deteriorada sede de la división especial de artificieros de la Policía, un pequeño local de una sola planta al que se puede acceder sin pasar ningún control de seguridad.

Junto al barreño precariamente protegido con un plástico yace en el suelo otro artefacto del mismo tamaño, todavía recubierto de cemento y también sin desactivar, que los agentes sujetan sin que parezca preocuparles su seguridad.

"Aquella sí está ya desactivada", apunta Capacete mientras señala un gran cilindro metálico de cerca de un metro que permanece apoyado contra el muro de la dependencia policial, fácilmente visible desde la calle.

Muchas de las bombas permanecen ocultas en el Fuerte Santiago, el lugar más emblemático y turístico de Intramuros, una fortaleza construida por el conquistador Miguel López de Legazpi en la que siglos después fue encarcelado hasta su ejecución en 1896 José Rizal, el héroe nacional de la independencia filipina.

"Se han encontrado unas 100 bombas en Intramuros desde 1979, algunas de gran tamaño que seguramente fueron lanzadas desde aviones pero la mayoría son de un tamaño más reducido y fueron escondidas allí por soldados japoneses", según Augusto Rustia, director de Propiedades Culturales y Conservación de la Administración de Intramuros.

"Siempre que iniciamos obras para rehabilitar algún edificio comienzan a aparecer bombas, incluso hemos encontrado balas de cañón de la época colonial española", explica Rustia, resignado ante los pequeños retrasos que los hallazgos causan en las obras.

Cerca de 100.000 civiles fallecieron en 1945 durante la Batalla de Manila, que enfrentó a Japón y Estados Unidos y arrasó el casco histórico y los alrededores de la capital filipina, la ciudad aliada más destruida de la II Guerra Mundial después de Varsovia.

Pese a su deterioro y a la lentitud con la que avanzan las obras de reconstrucción de sus edificios más emblemáticos, el antiguo corazón colonial sigue siendo el principal reclamo turístico de Manila.