barcelona. Nadie diría que la mujer camuflada entre las mesas de una cafetería-librería barcelonesa, que no para de sorber de su taza de té, es la escritora francesa Muriel Barbery, autora del best-seller La elegancia del erizo. Menuda y discreta, está en España para presentar la reedición de Rapsodia Gourmet. Explica que se trata de su primera novela, escrita en el año 2000, antes del éxito del erizo, protagonizada por un crítico gastronómico de nombre Pierre Arthens, a punto de morir y empeñado en encontrar un sabor único que un día muy lejano le hizo feliz. "Narro -precisa la novelista- la búsqueda del placer supremo, algo que nos diferencia de los animales". También se centra en los placeres sencillos, desde las sensaciones que puede proporcionar un pedazo de pan bien cocido a un trago de un buen güisqui, después de una comida con personas a las que se ama.

Editada por Seix Barral, la obra transcurre en el edificio nº 7 de la calle Grenelle de París, igual que su segunda novela, La elegancia del erizo (más de 4 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo), y en ella aparecen apuntados personajes como Renée, una poco convencional portera, lectora irredenta de Lev Tolstoi, igual que Barbery. Aunque defiende que los autores son los menos indicados para hablar de sus libros, rememora que inició su inmersión en Rapsodia Gourmet porque le encanta comer y porque cree que "el lenguaje de los sentidos es muy rico y muy generoso". Sin falsa modestia, indica que en realidad no sabe cómo se cuenta una historia: "Si fuera una verdadera escritora tendría una estructura o un mapa mental al iniciar un proyecto literario, pero me muevo de forma intuitiva y desordenada y luego una serie de piezas encajan, porque se atraen entre sí, aunque cada una mantiene su propia autonomía".