Vitoria. Todos tienen una. "No se puede hacer más lento", sentencia Lavand. "Es producto de su imaginación", asegura Anthony Blake. "Tianananiaaa", canta Juan Tamariz. Son los estribillos, los lemas, las marcas de la casa de magos, ilusionistas, mentalistas... Todos alimentan, año tras año, un Magialdia que también ha acabado por adoptar una frase: "Vitoria es la capital europea de la magia". Pero, ¿basta con repetir una frase -patología política- para que ésta se haga realidad? Magialdia prefiere hablar con hechos, ganarse el título a base de trucos. Pero sin trucos.

El festival gasteiztarra quiere ser el número 1 del continente. Y por eso se llena de contenidos. Tras varios años de programación estable -en cuanto a apartados-, en su próxima edición, del 13 al 19 de septiembre, el encuentro anuncia muchas novedades. Saca ya el tapete para despertar la sed de juego. "No hemos reservado cosas, es que no nos guardamos nada", apunta el portavoz del certamen, Patxi Viribay. "Hay ediciones en las que incorporamos novedades y otras en las que las novedades anteriores se consolidan. Para este año teníamos éstas; el que viene tendremos que esperar a las que se nos ocurran".

Las novedades, cual palos de baraja, son variadas y a la par complementarias. Quizás la más relevante sea el estreno mundial del nuevo trabajo de Johan Lorbeer -ya saben, el que levitó con la palma de la mano- en una sede que se estrena como parte del festival. Artium acogerá la puesta en escena del artista alemán, que ha prometido bautizar su pieza con alguna alusión a Vitoria, ejerciendo de este modo de embajador de la capital alavesa cada vez que la desarrolle en cualquier rincón del mundo.

Otro repique internacional llegará desde la singular y pionera actividad de magia en escaparates, acuñada por Magialdia. Las lunas comerciales se convertirán en estrados donde se juzgará la labor de los ilusionistas, lo que "inaugurará un premio para el mejor número" que pretende buscar un eco internacional. Y seguir sellando la referencia del festival en el viejo continente.

También a lo global se llega desde lo local. Mucho más si Gasteiz cuenta entre su abanico de artistas con la brisa pictórica de Alfredo Fermín Cemillán Mintxo. Como Lorbeer, el creador propondrá todo un hito visual en el corazón de la ciudad. Si Celedón hace magia cada 4 de agosto, convirtiéndose en aldeano volador, Mintxo trazará sobre la plaza de la Virgen Blanca uno de sus sellos artísticos, un trampantojo que la convertirá en...

No hay que contarlo todo. ¿O sí? Dijo un mago que él se dedicaba a crear misterios, no a deshacerlos. Desde hace un tiempo, Magialdia se dedica a proclamar los suyos, a mostrarse al mundo. Lo hizo hace una semana en Madrid y lo hará en junio en Burdeos. La capital de la magia se mueve, cosmopolita.

la música del azar En Madrid le acompañó un reclamo de lujo, un René Lavand que ahora ha venido -perdón, ha vuelto- a Vitoria para deslumbrar con sus emociones, para convertir pelotudeces en destellos de la mejor magia. Ayer recorría el Palacio de Bendaña, la cuna del naipe, dejándose seducir por los troqueles que construyeron la fuente de su música. Porque "la baraja es un instrumento", asegura Lavand, y antes de ser músico, pintor o escritor, "hay que ser artista".

Lavand ha vuelto a la tierra de su abuela navarra para "engañar sin engaños", para entablar una vez más esa "comunicación artística y humana" que pule cada día en su laboratorio, guiado por el clásico lema de "menos es más". Instintivo, adicto al diván que le tiende "el paño verde", el ilusionista argentino sólo busca una cosa. Que al salir de su espectáculo, a los espectadores "no les importe en absoluto saber cómo lo he hecho".

Hay una nueva oportunidad para verle, mañana a las 20.00 horas, en Dendaraba, con entradas (10 euros) a la venta en el stand de Caja Vital, hoy y mañana a partir de las 18.30. Serán cuatro por persona. Mejor que no lleven a sus niños. Niños pequeños, se entiende. Puede que los convierta en adultos.