CON la misma previsibilidad que un guión taquillero de Hollywood, Jesse James, el marido infiel de Sandra Bullock, ha entrado en un centro de rehabilitación después de que cuatro mujeres salieran a la palestra para decir que habían tenido relaciones con el mecánico de motos y estrella de reality durante sus cinco años de matrimonio de la actriz. Según algunas informaciones, James llegó a engañar a Bullock con al menos 12 mujeres. Esta historia se conoce meses después de que Tiger Woods revelase un comportamiento similar. Ambos han recurrido a la misma estrategia para minimizar daños: una disculpa sentida y pública seguida del no menos importante paso por una clínica de rehabilitación.

La rehabilitación de estrellas se ha convertido en algo corriente desde que a fines de los años 70, la ex primera dama Betty Ford saliese limpia de sus adicciones al alcohol y los medicamentos y fundase el centro Betty Ford para ayudar a otras personas. Desde entonces, algunas de las estrellas más conocidas de Hollywood han recurrido a estos centros para recomponer su vida o al menos su imagen. La rehabilitación de estos personajes hasta tiene su propio programa en forma de reality en televisión, en el que se siguen los altibajos de famosos, en su mayoría de capa caída, como Tom Sizemore que lucha por dejar sus adicciones delante de las cámaras. En la lista de visitantes de algunos de los centros más lujosos como Promises y Wonderland Centre, donde un tratamiento cuesta miles de dólares al día, figuran nombres como el de Britney Spears, Lindsay Lohan, David Duchovny y Robert Downey Jr. No obstante, algunos cuestionan si las estrellas, mimadas en un entorno de lujo, se encuentran en el mejor lugar para obligarlas a reconocer sus defectos. "Es como si fuese un enfado de marca registrada cuando veo que la rehabilitación está tan cínicamente explotada por celebridades y sus representantes especializados en control de daños", comenta el columnista Dan Neil de Los Ángeles Times. "¿Se trata de dar una azotaina en el trasero? Por favor. La rehabilitación debería ser un centro frío, de linóleo, un lugar con colchones finos, café soluble descafeinado y filetes de ternera que no fuesen exactamente ternera. No estoy sugiriendo que la rehabilitación deba ser como la prisión de Devil"s Island, pero debería ser ajeno, incómodo y un poco humillante".

Una de las autoras del blog celebritology 2.0 se muestra aún más escéptica sobre el uso del término adicción al sexo para disculpar infidelidades. "¿Es la rehabilitación de la adicción sexual el último instrumento en el arsenal de la recuperación de la imagen de un famoso, el paso siguiente tras el comunicado del mea culpa?", se pregunta Liz Kelly. "No me convence que engañar a alguien se tenga que tratar del mismo modo, pongamos por ejemplo, que la adicción a las drogas o el alcoholismo. ¿Una política de bragueta abierta indica automáticamente una adicción al sexo?".

De lo que no hay dudas, según The Wall Street Journal, es de la gran oportunidad de hacer negocio. "¿Será la rehabilitación sexual la próxima gran industria?", se pregunta en Damien Hoffman. Tras apuntar que el médico que respalda el programa Celebrity Rehab acaba de anunciar una nueva serie de rehabilitación sexual, llega a una conclusión obvia: "Creo que somos testigos del inicio de otro boom para la industria americana del recompóngalo".