Vitoria. José Manuel Ibar Azpiazu y Urtain fueron las dos caras de una misma moneda, una que estuvo por un momento en lo más alto pero que también conoció lo más bajo. Tanto que persona y personaje decidieron poner final a su vida en 1992 arrojándose desde su domicilio en un décimo piso. A él Animalario le ha dedicado una de sus producciones más reconocidas y exitosas, un montaje en el que la compañía mira al mito pero también a la sociedad que le rodeó, a aquella España educada en la violencia y el miedo.
La intención del Principal era contar con este montaje para la última edición del Festival Internacional de Teatro pero fue imposible porque la repercusión que ha tenido Urtain desde su estreno hizo que, por aquel entonces, tuviera la agenda al completo. Pero el escenario de la calle San Prudencio podrá quitarse hoy, a partir de las 20.30 horas, esa espina. Y lo va a hacer con casi la totalidad de las entradas vendidas, aunque todavía quedan butacas disponibles.
En realidad, este proyecto iba a ser en principio una película. Pero la idea se quedó en un cajón. Alguien la recuperó pensando en hacer una serie para televisión de cuatro capítulos. Sin embargo, la cosa no fraguó y el texto escrito por Juan Cavestany volvió a la oscuridad. Eso hasta que Andrés Lima lo tomó en sus manos y vio lo que podía ser una gran obra de teatro.
Faltaba, eso sí, encontrar al actor indicado para el papel y ahí apareció la figura de Roberto Álamo, que no ha parado de cosechar grandes críticas y el aplauso del público por su interpretación. Claro que no está sólo sobre el escenario. Junto a él se encuentran nombres como los de Raúl Arévalo, María Morales y Alberto San Juan entre otros. "Yo tengo suerte, sólo hago dos personajes; pero ellos, entre todos, se hacen 56", apuntó ayer el intérprete, quien también da vida al padre del boxeador de Cestona.
Los que acudan a la representación se encontrarán con un Principal reconvertido en ring. Allí se disputarán doce asaltos, una docena de escenas articuladas como un combate de boxeo que arrancan con el final ya conocido de la vida de Azpiazu. "Ya llevo 2.125 rounds", admitió Álamo, que aunque reconoció que la obra es una biografía de Urtain no sólo se centra él, mira también a un país mal tratado también por sí mismo.
"Él vivía en el desamparo, era una persona sin defensa ni física ni emocional, un hombre que no quería hacer daño, aunque también tenía grandes contradicciones, sobre todo porque en el trato cercano era muy difícil", apuntó al actor, quien comparó al boxeador con los glaciares de la Patagonia: "era, en apariencia, frío y rocoso que, sin embargo, fue perdiendo partes de sí poco a poco".
Esa es la vida que retrata Animalario, eso sí, con su particular estilo y lenguaje, una forma de hacer crítica, comprometida, reflexiva y sin complejos.