LA aparición de lo digital (informática + teleco) en el negocio ha desorientado las coordenadas de navegación de dueños y editores de diarios, que en ocasiones dudan de la viabilidad de sus empresas en el horizonte de Internet. Los más timoratos han vaticinado el fin de la prensa y augurado nuevo tiempo sin visita al kiosco. La comunicación se ha agitado con lo digital y nadie puede permanecer al margen de esta ola tecnológica, que exige innovación, creatividad y cambio. En ningún análisis de futuro se pone en cuestión la producción de noticias como demanda de la sociedad actual y venidera. La necesidad de consumir información y por lo tanto, de disponer de organizaciones profesionales que la suministren es una realidad no amenazada en el futuro de la aldea global. Otra cosa distinta es pensar que seguiremos comprando el periódico en el kiosco o como dicen los nostálgicos, manchándonos los dedos con la tinta en el primer café del día. En las sociedades con mayor penetración de las herramientas digitales, la información fluye poderosa en las ediciones no impresas de los periódicos y plantea dudas en las estrategias empresariales para encarar el escenario de las ediciones digitales. El cobro por utilizar las noticias suministradas en este soporte centra el debate de los dueños de la información. Experiencias de cobro por acceder a la información desaconsejan un sistema universal de pagar por entrar en este producto. Pero, no es marciano pensar que, si los clientes se van al soporte digital, las noticias tendrán un precio porque la estructura de producción seguirá inalterada. Quitaremos las rotativas pero no eliminaremos el coste de producir noticias, crónicas, entrevistas, reportajes. Las empresas tienen larga vida, si saben adaptarse, innovar y en definitiva, cambiar al ritmo de la técnica y el mercado. Eso sí, seguiremos pagando por estar informados.