Madrid. Luna caliente, la nueva película del cineasta Vicente Aranda, contradice al escritor escocés Robert Louis Stevenson en su truco para convertir al doctor Jeckill en mister Hyde: "No hacen falta brebajes para que salga al exterior lo peor de uno mismo. Sólo se necesita tener un comportamiento determinado, tener unas teorías determinadas y proceder instintivamente, sin principios. En todo caso, el comportamiento es más decisivo que el brebaje", explicó ayer el octogenario director, en la presentación de su película, la número 25 de su filmografía. El filme, que se estrena este viernes en 120 salas del Estado -incluida una versión en catalán-, habla de dualidad y de desdoblamientos de personalidad (como en El extraño caso del doctor Jeckill y mister Hyde), pero también es un guiño a la Lolita de Vladimir Nabokov y un repaso a la España franquista de 1970. Basada en la novela del mismo título del autor argentino Mempo Giardinelli, Luna caliente es una obsesión, una metáfora y quizá un sueño, dijo Aranda, pero también la historia reciente de España y el único momento en el que la represión podía justificar la existencia de ETA.
Lo que en el libro es la dictadura argentina, en la cinta es el entorno opresivo de los últimos años del franquismo y, en concreto, los días en que se celebró el Proceso de Burgos: un tribunal militar condenó a muerte a 16 presuntos miembros de ETA, aunque fueron indultados tras el impacto internacional que produjo la sentencia. Lo explica así el octogenario director: "tenía que buscar un equivalente y se me ocurrió el proceso de Burgos; no es más que una adaptación producto de una atracción, pero es que yo no hago más que plagios, pero me parece que es lo que hace todo el mundo". Aranda fue uno de los 300 de Monsterrat, un grupo de artistas e intelectuales catalanes que entonces se encerraron en la abadía de Montserrat para pedir amnistía política y libertades democráticas.
Eduard Fernández explica que su personaje, Juan -un poeta que trabaja en París en la Unesco-, "es dual; un supuesto intelectual que no se moja ni en el agua, que vive fuera de España, y, de repente, ve cómo se desata su parte más instintiva, más primitiva". La tentación es Ramona (Thaïs Blume) una preciosa criatura con una sexualidad desbordada que no se aclara si es que la asume con "valentía" o es que está enferma. Aranda está convencido de que la escena en la que Ramona, tras ser violada, afirma que le ha gustado y que quiere repetir generará gran polémica. Según José Coronado, que encarna a un "envidioso, casposo, lameculos y trepador" comisario de policía, el cine de Aranda "apela a la inteligencia de los espectadores". Emilio Gutiérrez Caba es su padre, el doctor Muniente, un médico jubilado de izquierdas al que el alcohol despierta su lado mister Hyde.